Y meten la pata
Incrementan el sueldo mínimo a Bs. 1.800.000, ¿Para qué sirve eso? Un paquete de harina precocida cuesta más caro que todo un mes de salario. Sin duda, esta medida es puro buche y pluma, algo que ya es costumbre.
Todo incremento del salario, como ha pasado en los últimos 10 años, se lo tragará las fauces de una inflación insaciable e indetenible que se come todos y cada uno de los famélicos aumentos de sueldos en una Venezuela hiperinflacionaria.
Este tipo de medidas, más allá de no solucionar nada, empeora la situación de millones de venezolanos que sobreviven con un patético salario que ni siquiera alcanza para cubrir los pasajes de transporte público de un mes completo.
Esos Bs. 1.800.000 son, prácticamente, una mofa para millones de trabajadores y pensionados que no hacen absolutamente nada con ese dinero. En pocas palabras, esa acción es otra metida de pata, pues el aumento salarial solo traerá consigo mayor inflación y menor poder adquisitivo para el ciudadano de a pie.
Aquí la única solución que nos queda es una política basada en la dolarización, apertura del mercado, privatización de las industrias no estratégicas del Estado, sincerar la economía de puertos venezolana y rescate y relanzamiento del aparato productivo venezolano con protagonismo del sector privado.
Así y solo así Venezuela tendrá una salida digna a la crisis en la cual la metieron 20 años de metidas de patas, y miles de iniciativas que descapitalizaron a la nación y hundieron una bonanza petrolera en un hoyo de deudas y de acreedores que no tiene igual en los anales de la historia venezolana.
Y es que, un venezolano necesita en la actualidad un salario mínimo que no debe estar por debajo de los $300 mensuales, pues la descomposición económica venezolana hizo que el dólar sufriera, en los límites de la geografía nacional una devaluación que jamás en la vida ha sufrido en los Estados Unidos de América.
Sin embargo, no basta con un sueldo en dólares. El Estado – consciente y diligente – debe regular los precios en dólares y fiscalizar su cumplimiento, ya que la especulación es una realidad que no se puede ocultar con un dedo.
Salarios en dólares y precios de productos y servicios en dólares (firmemente regulados y respetados) es la vía más idónea para que el trabajador venezolano vuelva a vivir en un país con una economía relativa y financieramente sana. De lo contrario seguiremos en medio de un bochinche que nadie comprende, pero que todos sobrevivimos como podemos.
Es hora que las autoridades entiendan que deben dar un giro en sus política. No pueden seguir con la “pata metida en el agujero”, es momento de mirar más allá de sus propias narices y de asimilar la realidad que los rodea y entender que esos estómagos vacíos se pueden desbordar en cualquier momento motivados por su desesperación natural ante una crisis que no pareciera tener final.