El castrismo y la alcahuatería latinoamericana
La relación de Latinoamérica con el régimen Castrista ha sido históricamente una relación de contradicciones. El mejor ejemplo de ello, es lo que sucede siempre que toca evaluar el estado de la democracia en la región. Para desdicha de los cubanos, Cuba pareciera constituir un caso especial, uno donde reina el doble rasero, la hipocresía y la complicidad. La posición de Latinoamérica respecto a Cuba pasó, con el transcurrir del tiempo, de la tímida condena a la admiración. Admiración no solo por el líder histórico que pudo confrontar a la principal potencia mundial a tan solo unas cuentas millas de distancia, sino por el sistema que este edificó en medio del muy cacareado “bloqueo económico”.
Detrás de la construcción épica y el relato propagandístico, queda relegada la realidad de un pueblo que ha vivido oprimido por más de sesenta años. Poco o nada se habla de innumerables violaciones a los Derechos Humanos que han vivido y siguen viviendo diariamente los cubanos, un país cuya existencia parece condenada de manera indefinida al atraso y al olvido de un continente que, salvo honrosas excepciones, prefirió tenderle alfombra roja al dictador antes que condenar sus desmanes.
Para algunos presidentes latinoamericanos, la figura de Fidel Castro representaba la figura del hermano mayor rebelde con el que decidían juntarse cuando necesitaban llamar la atención de los Estados Unidos. Aunque estos presidentes creían que utilizaban a Castro en su juego de geopolítica infantil, la realidad es que eran ellos los utilizados. El Castrismo supo aprovechar cada una de las puertas que se le abrían en la región para expandir su proyecto ideológico y formar cuadros políticos capaces de responderle directamente. Un replanteamiento de la estrategia intervencionista de la isla tras el fracaso de los movimientos insurrecciónales, financiados durante la década de los sesenta y los setenta por Fidel Castro.
De allí que el devenir de los venezolanos hoy dependa de lo que pase con Cuba. Aquí también se le recibió con honores, por cierto, mucho antes que lo hiciera Chávez. Las consecuencias las estamos viviendo, nunca antes nuestra historia estuvo tan atada a la de otro país y aunque en esta última etapa hemos contado con la solidaridad de muchas naciones, falta mas determinación de parte de algunos. Es complejo pero a la vez sencillo, la verdad es que nada cambiará sin que se decida antes desde Cuba. No somos más que rehenes de un sistema que no dejará de expandirse, todo lo contrario, que aspira a recuperar, a través de las oportunidades que les permite la democracia, los espacios que han ido perdiendo en la región. Frente a esta avanzada no hay respuesta común, muchos siguen pensando que es posible convivir con dictaduras sin que eso amenace a sus democracias. Si alguien quiere confirmar lo contrario, solo tiene que mirar al norte del sur.
@Brianfincheltub