Gustavo Coronel es colaboracionista pero no lo sabe
En reciente escrito titulado Enrique Ochoa Antich suena a opositor pero es colaboracionista publicado en Noticiero Digital, Gustavo Coronel comenta mi artículo de opinión Oposición y oposicionismo, publicado en Punto de Corte y reproducido en otros portales. Veamos.
1. A mi argumento según el cual un opositor democrático se opone al proyecto autoritario, estatista y populista del chavismo-madurismo, pero no teme, en determinadas circunstancias, coincidir con él cuando convenga al pueblo y al país, Coronel comenta: ¿Cuándo ha existido una confluencia de intereses entre el victimario y la víctima? Denos algún ejemplo.
Los ejemplos sobran: Pinochet y sus víctimas socialistas y demócratacristianas; el imperio británico y Gandhi; los racistas de Sudáfrica y Mandela; los franquistas y los socialistas y comunistas españoles; los gobernantes de 8 de 9 comunismos de Europa oriental y sus disidencias democráticas; todos los cuales coincidieron en la necesidad de producir juntos una transición democrática en paz. A veces, la devastación institucional, económica o social de los países es de tal magnitud, que los polos opuestos comprenden que se requiere de nuevos consensos para salir del pantano. De la lucidez de su liderazgo depende que así ocurra.
2. A mi argumento según el cual un demócrata procura un lenguaje respetuoso con el adversario porque sabe que lo cortés no quita lo valiente, GC responde: Utilizar un lenguaje respetuoso con el régimen de Maduro, uso que concedería la existencia de una igualdad moral con la pandilla de delincuentes, es propio de colaboracionistas, Sr. Ochoa Antich. Con asesinos, machistas, narcotraficantes, ladrones y traidores a la patria no es apropiado utilizar un lenguaje respetuoso. Es necesario un lenguaje altivo y digno. Eso sí, nunca vulgar, porque ello sería igualarnos hacia abajo con la basura chavista.
Altivo y digno sí, siempre, pero no sé si llamar «delincuentes» y «basura» al adversario chavista, por ejemplo, no es precisamente «igualarse» con Diosdado Cabello, por ejemplo, siempre escatológico en su Mazo. Uno de los efectos más dañinos de Chávez fue el de lograr reproducir su estilo camorrero y procaz, tan propio de los extremismos de izquierda o de derecha, en la oposición. Es lo que yo llamo chavismo especular: como en el espejo, iguales pero al revés. De escuálido a alacrán no media sino un paso.
3. Si yo digo que un demócrata habla con todos, incluyendo el gobierno, GC contesta que hablar con todos, sí, menos con los criminales, porque ello equivale a validarlos como interlocutores.
No sé si Mandela convalidó a un racista de uña en el rabo como Botha (responsable de masacrar ¡566 niños! en una tarde), o Lagos a un criminal asesino como Pinochet, o Felipe y Carrillo al franquismo (que convirtió a España en el segundo país del mundo con más fosas comunes, después de Camboya), o Walesa a Jaruzelsky (alguito más totalitario que Maduro), pero sólo haciéndolo, esos países retomaron su ruta de democracia y progreso. Nada complica más a un gobierno autoritario que el diálogo democrático; nada le facilita más las cosas que el no-diálogo. Verdaderos colaboracionistas los que rechazan el diálogo y la negociación.
4. Cuando yo sostengo que un demócrata sabe que la verdadera valentía está en la prudencia y la moderación y no en el aventurerismo extremista, GC riposta que prudencia y moderación son actitudes loables pero no cuando el país ha estado por 20 años sujeto a las indignidades, crueldades y humillaciones de los bárbaros del régimen. Seguir hablando de prudencia y de moderación después de años de sufrimiento a manos de la bestia chavista equivale a apaciguamiento.
Nada colabora más con la perpetuación del régimen autoritario, nada fortalece más a sus sectores más duros y extremistas, nada cohesiona más a la FA alrededor de su Comandante en Jefe, que los actos de violencia callejera, la solicitud de sanciones, la connivencia del G4 con el gobierno colombiano, y la invitación a que EEUU intervenga económica y/o militarmente sobre nuestro país. Nada colaboró más con el régimen autoritario que el 11A, el paro 2002/2003, la abstención de 2005 y todas las recientes, el gobierno paralelo, el irresponsable «Sí o sí» cucuteño, la comedia bufa del dizque golpe del 30A, la incursión gedeonista. Coronel tal vez no lo sabe, pero en esencia él es el propio colaboracionista.
5. Al yo afirmar que un demócrata sabe que al poder se accede a través de un proceso progresivo de acumulación de fuerzas, para lo que ocupa espacios aquí y allá; comprende que cualquier salida democrática debe incluir y no excluir a sus adversarios; valora las manifestaciones diversas dentro del chavismo-madurismo y busca en él interlocutores democráticos, GC comenta que este párrafo encajaría bien en una sociedad democrática, donde la alternancia en el poder es lo normal, en la cual hay adversarios pero no victimarios. Esto no es lo que existe en Venezuela donde el poder está en manos de criminales ejerciendo el poder de manera ilegítima, tanto de origen como de comportamiento. Vive usted, Sr. Ochoa Antich, en un mundo de fantasía, lo cual me parece incomprensible dada su inteligencia.
Agradeciendo el postrero reconocimiento, mi actitud es que respecto del chavismo ni del chavismo-madurismo yo no generalizo. Ningún grupo político dominante es homogéneo. Al igual que en la oposición, allá hay pillos y hay los que no lo son, hay dictatorialistas y hay quienes no lo son. Y si es verdad que sobre el régimen cayó un manto de ilegitimidad desde que en 2006 le puso la mano a todos los Poderes Públicos con camaradas del partido y a propósito de una Constituyente convocada sin referendo previo, no creo que las más recientes elecciones, que pudo haber ganado la oposición si hubiera participado, sean más ilegítimas que los comicios que se realizaron en 2007, 2008, 2009, 2010 y 2015 y que representaron importantes victorias para la oposición. Más colabora con Maduro y el PSUV quien, como mi interlocutor, promueve una abstención militante testimonial pero inútil, que permite que el gobierno gane siendo minoría: con 30 % en 2018 y 26 % en 2020, según los resultados emitidos por el tan despotricado CNE.
6. Mismo razonamiento cuando yo sostengo que un demócrata vota siempre. GC escribe que votar bajo un sistema sin transparencia, controlado por el régimen, no es un acto democrático sino un acto de genuflexión. Basta de liderazgos invertebrados que nos conducen a la esclavitud.
Ya lo dije: «genuflexión», obsecuencia, sumisión y hacerle el juego al gobierno es llamar a la abstención. ¿O es que sí tuvieron «transparencia» los tres procesos electorales nacionales, las decenas de elecciones regionales y las centenares de elecciones municipales que la oposición ganó entre 2006 y 2015? ¿Acaso no nos permitieron acumular aquello que los comunistas italianos llamaban capacidad de hegemonía, es decir, fuerza política, social y cultural, como para poder disputar el poder político, que fue lo que se hizo con eficacia en 2013 y 2015?
7. Al yo apuntar que un demócrata hoy en Venezuela sabe que si se audita por azar el 52 % del voto manual contra las actas electrónicas de las máquinas y si sus testigos están presentes (como en 2015) en la mayoría de las mesas electorales, el fraude no es posible, GC insiste: A usted lo enterrarán en urna blanca. Hasta Smartmatic se rebeló en contra del fraude electoral sistemático llevado a cabo por el régimen.
Eso no es verdad. Smartmatic se rebeló contra una elección solamente (de veinte y tantas), la de la írrita Constituyente, y argumentó que el gobierno se sumó un millón de votos. Dos precisiones: pudo hacerlo, porque precisamente la oposición no participó, luego no estaba presente en las mesas de votación; y, por lo demás, igual sin ese millón adicional de votos, el régimen autoritario hubiese ganado esos comicios con mismo número de curules… gracias a la abstención, precisamente.
GC, como buen colaboracionista, lleva agua al molino del gobierno al destruir la confianza de los venezolanos en ese instrumento de cambio democrático que es el voto, pues comunica una idea que para todo autoritarismo es vital: la de su supuesta invulnerabilidad. Si es que pueden trucar a su antojo los votos, ¿por qué abusan de la propaganda, usan el Estado y sus recursos en favor del partido, colocan los puntos rojos, prorrogan la hora de cierre del acto electoral, y muchos otros abusos de poder?
Si pueden cambiar los resultado a su beneficio, ¿cómo fue que le ganamos el referendo de 2007 al más poderoso Chávez, las principales gobernaciones (incluyendo la de Miranda a Cabello y ¡la del Zulia! que es tan extenso como un país) y alcaldías (incluyendo la de la ciudad de Barinas, en pleno corazón de la familia Chávez, la de Petare a Jesse Chacón, prohombre del 4F, y ¡la Metropolitana de Caracas!) en 2008 y 2009, y obtuvimos más votos que el Psuv en las parlamentarias de 2010 para al final ganar la AN en 2015?
Si pueden hacer lo que les dé la gana, ¿por qué se ponen ganando con tan poquitos votos en 2018 y 2020? Curioso favor que hace el «bizarro» extremismo al gobierno derrotándose sin pelear. Por cierto, peores, mucho peores eran las condiciones para los demócratas de 1952 cuando Caldera dijo en memorable discurso en el Nuevo Circo que la abstención es una traición al pueblo y cuando en 1957, con las cárceles llenas de presos políticos, los partidos ilegalizados, y muchos asesinados por la dictadura militar, Betancourt le escribió al líder socialcristiano la preclara carta para ofrecerle el apoyo de AD como candidato de la unión democrática opositora para las presidenciales de ese año: ante esta sí «amenaza creíble», la camarilla militar violó su propia Constitución, convocó a un torcido plebiscito y así precipitó su caída dos meses después.
8. Yo anoté en mi columna: un demócrata dialoga siempre, a lo que GC señala que el diálogo es una indispensable herramienta entre seres civilizados, entre humanistas y entre quienes difieren en opinión pero están animados de similares deseos de prosperidad y de bienestar para sus pueblos. Pero, ¿dialogar con Maduro, con Jorge Rodríguez, con Tareck El Aissami? Ello no sería un diálogo sino una entrega.
Primero: desde la oposición, se dialoga con quien ejerce el poder real, y éste uno no lo escoge. Segundo: mucho, mucho menos criminal, dictatorialista, totalitario y discriminatorio es el madurismo de lo que en su momento fueran Pinochet, el franquismo, el apartheid sudafricano, y 8 de los 9 comunismos de Europa oriental que dejaron el poder mediante diálogo, negociación, protesta pacífica y voto. ¿Entonces?
9. Escribí que un demócrata promueve protestas sólo pacíficas y se relaciona con la Fuerza Armada en su conjunto, reconociendo sus realidades políticas internas, y aspira tener con ella una relación de respeto institucional, dentro del marco de la Constitución. GC exclama estupefacto: ¿Relación de respeto con la Fuerza Armada? ¿Dentro del marco de la constitución? Usted delira, Sr. Ochoa Antich. Las llamadas Fuerzas Armadas venezolanas, hoy muertas y podridas, abjuraron de su defensa a la Constitución y se han dedicado a saquear al país durante 20 años. Esto está a la vista. Hoy en día muchos de sus miembros son narcotraficantes, contrabandistas, socios de las guerrillas colombianas, vulgares y deshonestos contratistas de las empresas del Estado. ¿De qué relación de respeto con una institución prostituida puede hablar usted, Sr. Ochoa Antich?
Bueno, yo no comparto esa opinión. La FA ha sido penetrada por una ideología que confunde Estado, gobierno y partido, el chavismo, incluyendo el deplorable culto a la personalidad de Chávez, eso es verdad. Y justamente por eso un demócrata debe procurar con ella una interlocución que propicie que cambie, a conciencia de que aún luego de que se produzca un desplazamiento del poder político hacia otras manos, ese cambio de actitud, cultural, político, ideológico, no se producirá de la noche a la mañana. Será un proceso evolutivo lento con el que un demócrata responsable debe contemporizar, en nombre de los más altos intereses del país. Y para nada creo que la FA sea un atajo de delincuentes mafiosos unidos tan sólo por un interés crematístico, versión que el extremismo ha difundido con éxito para poder justificar la ignominia de una intervención militar gringo-colombo-brasileña. ¿Resultado tangible?: por instinto, espíritu de cuerpo y sentido patriótico, la FA se cohesiona alrededor de su Comandante en Jefe, incluyendo su inmensa mayoría sana, honesta y democrática. Servicio que colaboracionistas como GC le hacen al régimen. Maduro y sus adláteres se frotan las manos en Miraflores y dicen a coro: Gracias por los favores recibidos.
En fin que, vistas las cosas con cuidado, Coronel es uno de los mayores colaboracionistas del régimen autoritario… sólo que él, envuelto en sus delirios extremistas, aún no lo sabe.