Contradicciones del Socialismo del siglo XXI
«Llegaron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los asientos de los que vendían las palomas, 16 y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. 17 Y les enseñaba, diciendo: «¿No está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”? Pero ustedes la han hecho cueva de ladrones». 18 Los principales sacerdotes y los escribas oyeron esto y buscaban cómo destruir a Jesús, pero le tenían miedo, pues toda la multitud estaba admirada de Su enseñanza«. Marcos 11:15-18
Los revolucionarios bolivarianos acuñaron el término Socialismo del siglo XXI que pasará a la historia política como la mayor contradicción habida en una acción de gobierno. En efecto, la gestión de esta nomenklatura, de este nuevo cogollo, de esta claqué del castro – comunismo, ha sido un verdadero desacierto, un auténtico yerro, un continuado error, producto de la equivocación, del entusiasmo, de la justa decepción, de un mayoritario grupo de venezolanos que – como en el siglo de las montoneras y los caudillos -, se fueron detrás de un hombre a caballo, de un Maisanta de nuevo y alocado cuño.
Veamos algunas de estas evidentes contradicciones, de esos desaguisados revolucionarios, de los disparates de nuestro malhadado y calamitoso Socialismo del siglo XXI:
Venezuela Potencia resultó lo contrario. La convirtieron en impotente, es un país inviable, anulado, equiparable – en lo concerniente a calidad de vida y nivel de desarrollo económico y humano -, con países como Haití, Malí o Níger, hasta la infortunada isla de la infelicidad supera a la Venezuela destruida en Socialismo.
Soberanía alimentaria, una indudable contradicción socialista; los vertederos y desechos de comida se convirtieron en la principal fuente de nutrición de los famélicos, de los hambrientos y mal nutridos súbditos bolivarianos. La revolución propició la llamada Economía de puerto, destruyendo- a conciencia -, las capacidades productivas de los empresarios agropecuarios y agroindustriales, privilegiando la importación de café, pollo, queso, carne, de los países aliados de este magno desatino: Brasil. Argentina, Uruguay, Nicaragua, y algunos otros.
Gestión transparente de los fondos públicos y eliminación de la corrupción, en su lugar, la Venezuela bolivariana ocupa un lugar destacadísimo en el ranking mundial de los países más corruptos: sus dirigentes, familiares, enchufados, amigos, socios y testaferros, dilapidaron a mansalva los fondos del erario público; sobornos y comisiones, empresas fantasmas y de papel constituidas en paraísos fiscales, sirvieron para depositar el pingüe botín de los socialistas del siglo XXI.
Respeto de los derechos humanos, sin comentarios.
Información veraz y oportuna, sobre este particular, es mejor que opinen los propietarios y directivos de los numerosos medios de comunicación nacionales y regionales cerrados; los periodistas golpeados y encarcelados; los miembros de las directivas a quienes les dictaron amañados autos de detención, o a los propietarios de los medios de comunicación a quienes aplicaron confiscatorias compensaciones por concepto de daños y perjuicios a la reputación de los impolutos dirigentes revolucionarios.
La Revolución bonita, todo lo afeo, lo volvió caca, las ciudades, villas y pueblos de la malhadada patria, lucen tristes, sin brillo, marchitos, descuidados: los hospitales, las escuelas, las universidades, los museos, las plazas, las autopistas y avenidas, las calles y parques, los espacios públicos, son vivo ejemplo de la desidia e incompetencia revolucionaria.
Y nada que decir de las relaciones internacionales multipolares, el régimen socialista nada quiere -, mantener ni tampoco ellos quieren – con los países libres y donde se respetan los derechos humanos, su diplomacia privilegia el llamado nuevo eje del mal: los países que lo integran son bien conocidos por su vinculación con asesinatos políticos, masacres y detenciones injustas, y su vinculación con el terrorismo y el narcotráfico.
Ciertamente, la desoladora realidad de nuestra Tierra de Desgracia clama al cielo. Es conveniente recordar a los responsables de este paíscidio, aquel grafiti, la pinta, que apareció por los 70s del siglo pasado en las calles venezolanas:
Cristo viene, y viene arrecho.