Venezuela se desmorona

Opinión | febrero 1, 2021 | 6:28 am.

Es difícil evitar la tentación de repetir la dura realidad que vive el ciudadano común de Venezuela, pero los hechos obligan a hacerlo. Todo camina de mal hacia peor. Ninguno de los conocidos problemas existenciales está resuelto o en vías de solución lo cual afecta terriblemente a la familia. No existe ninguna política, proyecto o plan concreto de este régimen para garantizar la seguridad de las personas y de los bienes, el trabajo, la salud y lo que en mi opinión es más grave, que asegure la educación a todos los niveles, especialmente en lo correspondiente a los menores en edad escolar. Estas son algunas de las razones por las cuales más de cinco millones de compatriotas han migrado del país en búsqueda de lo que no encuentran.

La razón de fondo está en el hecho de que el problema mayor que los venezolanos tenemos que resolver es ponerle punto final a la dictadura, al régimen usurpador que ha liquidado el Estado de Derecho. El primer gran paso es la salida de Nicolás Maduro. Veintidós años han sido más que suficientes para que en el Continente y en buena parte del resto del mundo se mantenga una expectativa vigilante esperando la reacción definitiva dentro del país para ayudar en todo lo posible a la tarea de construcción de la Venezuela que anhelamos.

Para alcanzar el objetivo, quienes están de acuerdo con lo señalado, deben conversar, señalar caminos y concretar acciones concretas más allá de las palabras. De esta manera podemos alcanzar una unidad dinámica, aunque sea diferenciada, con objetivos claros. También en el mundo opositor tenemos que exigir la mayor suma de honestidad poniendo de lado ambiciones o intereses personalistas o grupales. Estamos cansados de la candidaturitis crónica de algunos y del electoralismo como única manera de enfrentar a la dictadura. Se necesitan dirigentes de verdad, cuya única motivación sea la liquidación del régimen. Para lo demás habrá tiempo suficiente cuando la realidad cambie.

Las organizaciones e individualidades de la sociedad civil, incluidos dirigentes de algunos partidos democráticos, han desarrollado ideas, planes y proyectos concretos para revertir hacia lo positivo lo malo del presente. En un relativo corto plazo quedará para la mala historia la situación actual.

Hay sectores de buena o mala fe que dejan un extraño sabor con sus palabras y acciones. El régimen estimula la controversia en el mundo opositor, pero no podemos caer en la trampa oficialista destinada a sembrar escepticismo, desesperanza y resignación en la población. El enemigo está al frente. No está permitido disparar públicamente hacia los lados. Puede haber discrepancias y tácticas diferentes, pero no confundamos la realidad.

La Consulta Popular realizada a mediados del pasado mes de diciembre, estableció la ruta a seguir con relación al fondo del problema. Es hora de actuar.

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