Ojalá sea verdad
El señor Jorge Rodríguez encabezó la semana pasada una reunión con los representantes de Fedecámaras con el objeto de allanar el camino de un entendimiento en el área económica y reimpulsar el aparato productivo nacional.
Cuando supe de esa reunión solo pude pensar que “ojalá sea verdad”… Sí, ojalá sea verdad que las intenciones de quienes ocupan los espacios de poder en Venezuela, estén dirigidas a fomentar un cambio positivo en la vida del país.
Cuando observé el final de aquella reunión y las palabras de Rodríguez al reconocer el papel estelar de los empresarios en el desarrollo de la sociedad, solo puede decirme a mí mismo “ojalá sea verdad” y que ellos – quienes controlan las instituciones del Estado – estén dispuestos a abrir los espacios para que la industria privada crezca en beneficio de todos los venezolanos.
Estas expectativas, tal vez fueron animadas, de cierta forma, por las declaraciones del diputado Ángel Alvarado quien dijo una gran verdad con aquello de que “la hiperinflación pulverizó el gigantesco petro-Estado venezolano”, lo cual pudiera facilitar los niveles de compresión de quienes manejan las entes nacionales sobre la necesidad de estrechar vínculos con el sector privado.
El también fundador del Observatorio de Finanzas afirmó que el Estado petrolero venezolano decreció en un 99%, y esto pudiera estar obligando – a los ocupantes del poder – a enfilar una política más abierta en el ámbito económico, entablando un acuerdo de cooperación y trabajo mutuo con inversionistas, industriales y comerciantes venezolanos.
Y esta iniciativa – más allá de las divergencias de carácter político – debe multiplicarse y mejor aún materializarse en aras de atender, en alianza, la terrible situación actual, pues de las áreas más deprimidas en el 2020, debido en gran medida por la Pandemia y por otro tanto gracias a políticas económicas erradas, fueron sectores como: finanzas, administración pública, petróleo, comercio y manufactura.
Es hora que en Miraflores terminen de aceptar que la vía no es la asfixia del sector privado o la eliminación de los empresarios, sino, por el contrario, la unión de propósitos entre todos los sectores: el industrial, el comercial, el público.
Es menester que el Poder Ejecutivo – esté quien esté frente de éste – se ocupe de sanear la economía, pues a través de esta se beneficia al ciudadano y se fortalece el Estado. La economía es el punto de equilibrio para alcanzar la estabilidad de un Estado y de una Nación, sin ella no hay futuro posible.
Ojalá que estas acciones estén dirigidas a una rectificación – por lo menos en el ámbito económico – ojalá que estén originadas en una real y auténtica convicción de cambio y no sea – como es muy probable – una nueva jugada para oxigenarse políticamente y seguir adelante con las viejas prácticas rojas.
Ojalá que Venezuela no solo supere la crisis económica, sino la social y la política; ojalá que el socialismo, tan pregonado, se quede en gritos de fanáticos de esquina y la República retorne a un camino de libre mercado y de desarrollo económico que tanto necesitamos; ojalá que regresemos a la democracia con base social y comprensión económica.
¡Se tenía que decir y se dijo!