El Tiempo: La llamada que salvó a Maduro de ser sancionado por la OEA en 2015
Desde 2015, las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia se han tensionado tras la deportación de miles de colombianos durante esos años y los constantes intentos fallidos imponer sanciones más duras contra el gobierno de Nicolás Maduro.
De acuerdo a lo publicado por El Tiempo, el libro Luis Almagro no pide perdón, de los periodistas uruguayos Martín Natalevich y Gonzalo Ferreira, narran cómo el incidente de la deportación de colombianos en 2015 marcó el inicio de lo que han sido los intentos por sancionar a Maduro, pero también de cómo la influencia de Venezuela ha logrado esquivarlos.
El 19 de agosto de 2015, Nicolás Maduro, ordenó el estado de excepción en Táchira y el cierre de un tramo de los 2.219 kilómetros de frontera que comparte con Colombia, con la excusa de combatir el contrabando y en respuesta a supuestas acciones de paramilitares.
La jugada incluía fundamentalmente la deportación de 20.000 colombianos, que en 48 horas se movilizaron hacia la frontera. Seis días después de la decisión de Maduro, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, escuchó en Bogotá la preocupación del presidente Juan Manuel Santos y abogó por el “diálogo directo” entre las partes para resolver el tema e insistió en la importancia de una misión de observación electoral.
Maduro contestó de nuevo con una negativa: “La OEA debe morir en paz y ojalá Almagro sea el sepulturero”.
Bastó solo un llamado de la canciller colombiana, María Ángela Holguín, a Almagro para que pudieran agendar un encuentro hemisférico de alto nivel del Consejo Permanente de la OEA en Washington. Habían convocado una reunión extraordinaria con el objetivo de abordar la crisis fronteriza. La intención del presidente Santos también era que una misión de la OEA fuera a Cúcuta para conocer la situación en el terreno.
Cuando habló con la Cancillería de México, Holguín se enteró de que Maduro estaba llamando al presidente Enrique Peña Nieto y calculó que lo estaría haciendo con el resto de la región. Se anunciaba un voto dividido.
Holguín hizo contactos en toda la región para obtener los 18 apoyos necesarios para que se aprobara la resolución. Pero la influencia de Caracas no le haría las cosas fáciles.
La canciller colombiana quería estar segura de que contaba con los 18 votos, porque de no ser así, no sometería la resolución a votación.
De acuerdo a lo reseñado por El Tiempo, Holguín y Almagro mantuvieron conversaciones por chat el día de la reunión para asegurar que tenían el apoyo necesario. Cuando contabilizaron, les daban la cantidad de apoyos imprescindibles, lo cual era una situación riesgosa, pues el gobierno de Maduro también había hecho sus jugadas.
“Alguien se va a correr”, escribía ella por WhatsApp. Volvieron a chequear y sumaron 18. “Luis, nos lanzamos a la votación”, escribió Holguín. Su embajador en la OEA, Andrés González, y el propio Almagro estuvieron de acuerdo. Pero la intuición de la ministra colombiana estaba acertada.
A tres minutos para la votación, Holguín recibió una llamada de la canciller panameña, Isabel de Saint Malo de Alvarado, y le advirtió que Maduro había telefoneado al presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, con el ofrecimiento de saldar la deuda que mantenían con Copa Airlines a cambio del voto.
“Dile a tu presidente que lo llame”, le dijo la canciller panameña. Pero ya era demasiado tarde, y a pesar de un intento de Holguín, la votación ya estaba perdida.
“Con todo lo que piensan de lo que es Venezuela y todo lo que ha pasado… ¿Y por un llamado de Maduro es que Varela se va a correr?”, dijo Holguín.
Panamá, que un año antes había sido uno de los tres países que se había movido contra Maduro, ahora decidía mirar para el costado.
“En el último minuto… Ese día fue muy duro para mí”, recuerda Holguín.
Este incidente dejó ver que a pesar de la presión internacional que se ha ejercido contra Nicolás Maduro, Venezuela sigue teniendo poder sobre algunos países de la región, especialmente las naciones del Caribe, lo que ha dificultado conseguir los votos suficientes para promover acciones más fuertes en su contra en organismos como la OEA.