El odio, prendido como un fósforo
“El odio es un estado del yo que desea destruir la fuente de su infelicidad” Sigmund Freud
Para los neurobiólogos, el odio es una pasión tan interesante como el amor. Al igual que el amor, el odio a menudo parece ser irracional y puede conducir al individuo a conductas heroicas o malvadas ¿Cómo es posible que dos sentimientos tan opuestos conduzcan al mismo comportamiento? Esta es la pregunta que se ha planteado el profesor Semir Zeki, del Laboratorio Wellcome de Neurobiología de la Universidad de Londres quien ha investigado los mecanismos cerebrales del amor romántico y el amor maternal.
En su nuevo estudio Zeki y su equipo se concentraron específicamente en el odio que siente el ser humano hacia otro individuo. Evaluaron el cerebro de 17 personas, registraron diez hombres y siete mujeres, con una edad promedio de 35 años y que expresaron sentir un intenso odio por alguien, un ex amante o colega . Registraron la actividad cerebral mientras veían las fotografías de aquellos a quienes odiaban y la de otras neutrales. Al comparar la actividad ante una cara odiada y otra neutral, pudieron identificar los circuitos neurológicos que se utilizan cuando se siente un intenso odio, el cual nombraron el “circuito del odio”.
Este circuito del odio incluye estructuras en la corteza y la subcorteza cerebral y tiene componentes que también se activan cuando se genera una conducta agresiva. Los resultados mostraron una mayor actividad en la circunvolución frontal derecha, de forma bilateral en la corteza premotora, en el polo frontal, y de forma bilateral en la ínsula medial del cerebro humano.
El cerebro funciona traduciendo estas señales de los circuitos cerebrales en acciones, como la planeación de movimientos del cuerpo. El circuito del odio también está ubicado en la corteza frontal medial que es muy importante en la predicción de las acciones de los demás. De acuerdo a Zeki, esto es lo que nos hace actuar cuando nos enfrentamos a una persona odiada. El putamen es el encargado de planificar la respuesta activa, como puede ser agredir a la persona odiada o adoptar una actitud de defensa; mientras que entre las funciones en las que participa la ínsula se encuentra la de catalizar las expresiones de disgusto y los estímulos desagradables.
Pero además de ayudar a conocer cómo es que se ve el cerebro, los investigadores descubrieron que las regiones que son activadas por el odio, son las mismas que se iluminan cuando una persona experimenta sentimientos de amor romántico. De acuerdo al Dr. Zeki, el hecho de que las zonas del putamen y la ínsula también se activen por el amor romántico no es sorprendente, ya que ambas pasiones pueden conllevar actos irracionales y agresivos.
La diferencia fundamental entre el amor y el odio radica en que el amor parece inhibir parte de las zonas donde se procesan las ideas racionales y el odio las hiperactiva. Tanto el odio como el amor son pasiones que nos consumen totalmente. Pero en el amor romántico, el amante pocas veces es crítico o juzga a la persona amada, en el contexto del odio, el que odia utiliza su criterio y es calculador para hacer daño, herir o vengarse de la persona odiada.
De acuerdo al Dr. Zeki un futuro tratamiento contra el odio, podría dirigirse contra las sustancias -aún no identificadas- que hipotéticamente regulan el odio del mismo modo que la oxitocina regula el amor.
Ahora entendemos la razón por la cual el fallecido hijo de… Sabaneta bautizó a una de sus conmilitonas de la revolución socialista, marxista y mal llamada bolivariana “Fosforito”. Intuímos, porque observó en ella la fiereza de sus convulsivas actitudes envueltas en agresiones verbales con escatológico lenguaje para con quienes se enfrentaba en sus diatribas en las reuniones que antes de llegar al poder se llevaban a efecto. La bautizo como “la fosforito” y no escatimaba momento alguno para llamarla no por su nombre, sino por el apelativo que luego se hizo común entre sus camaradas socialistas dentro y fuera del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
El país que en política jamás había visto y menos escuchado a una mujer asumir esta actitud belicosa, ha visto a lo largo de estos 22 años a una dama cuya característica principal es asomar su bravuconería intimatoria y violenta, que ha llegado incluso al extremo de agredir físicamente a una persona, como fue el caso del periodista tachirense Gustavo Azócar Alcalá, durante un programa de radio a la que había sido invitada y tras una pregunta que la incomodó lo agredió a cachetadas una y otra vez en el propio estudio de la estación radial, tras haberle arrebatado el micrófono con el cual también le propinó unos golpes. Esta situación generó a nivel de la opinión publica comentarios desfavorables, los mismos que manifestó importarle un comino, pues ese era su carácter y manera de actuar cuando estaba inconforme con una situación.
No hay duda alguna de que en esta persona, el odio corroe su alma, espíritu y cuerpo, por lo que su amargura es su tarjeta de presentación en vivo y a través de los medios televisivos en los que refleja el rictus de su lenguaje corporal, que ni exorcizándola podrá superar.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (122)
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