Un billón de dólares y no hay vacunas
Entre 1999 y 2020 los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro recibieron por exportaciones petroleras la astronómica cifra de US$ 991.798 millones, casi un billón de dólares. Durante el lapso que gobernó Hugo Chávez, 1999-2012, los ingresos por ventas de petróleo alcanzaron a US$ 700.000 millones, a un promedio de US$ 50.000 millones cada año, cifras estas suficientes para haber hecho de Venezuela una nación próspera.
Pero no solamente dilapidaron esa suma gigantesca producto de la factura petrolera, sino también comprometieron la renta petrolera futura mediante un endeudamiento externo cuestionable, a tasas de interés de país en bancarrota, en medio del boom más prologado de precios del petróleo que jamás se haya vivido. De esta manera, la deuda externa total que Chávez encontró en US$ 27.000 millones en 1998, con precios del petróleo en US$ 8 por barril, saltó a US$ 147.000 millones en 2012 con el precio del petróleo en US$ 100 por barril.
Gran parte de esos ingresos petroleros se filtraron al exterior a través de la fuga de capitales, en el contexto de un control de cambios a partir de enero de 2003, que se prolongó hasta 2018 y del cual salieron millonarios un conjunto de sujetos aliados a quienes asignaban las divisas usando a Cadivi y Cencoex. Además, como es obvio, no ahorraron un céntimo de esa bonanza petrolera. Estamos frente a uno de los desfalcos más grande que país alguno haya sufrido desde que se publican cifras.
En estas condiciones, la pandemia de Covid19 ha puesto al descubierto un conjunto de falencias del sistema de salud y de protección social que si no hubiese sido por la ayuda de China con equipos de bioseguridad, la situación fuese más crítica de lo que es. Todos los países están usando sus divisas acumuladas para adquirir las vacunas autorizadas con el objeto de inocular a su población y así poder proteger a las personas de la letalidad del coronavirus. Para hacer compras tendría el BCV que vender parte del oro en sus bóvedas.
Lo procedente es un acuerdo nacional que permita utilizar fondos en el exterior para entrar en la fila para adquirir vacunas y que sea un ente internacional como la Organización Mundial de la Salud o la Organización Panamericana de la Salud, el encargado de distribuirlas baja una estricta supervisión según los protocolos internacionales. Eso es lo aconsejable para salvar vidas.