La política que falta
Apreciado José Antonio:
Muchas gracias por enviarme tu escrito con el pedido de enviarte algún comentario, lo cual hago con el mayor gusto.
Tu escrito tiene dos partes. Una en la cual hablas de una mayoría opositora que desaprovecha las oportunidades y manda a no votar (“una amplísima oposición, con un potencial electoral del 80%, no aprovecha porque está atomizada y manda a no votar”). Esta situación, agregas. “produjo el resultado más incoherente posible: un 92% de las curules en manos de ese oficialismo ampliamente rechazado”.
Tus observaciones arriba mencionadas tendrían total pertinencia si estuviéramos hablando de elecciones en Noruega, Costa Rica o Chile, donde hay gobiernos legítimos, instituciones transparentes y un sistema esencialmente democrático. Perder la oportunidad de votar en estos países no tendría sentido. Pero hablas de Venezuela y de las elecciones convocadas por una asamblea nacional constituyente ilegítima, supervisadas por un Consejo Nacional Electoral también ilegítimo y convocadas en un ambiente en el cual partidos políticos de oposición han sido atropellados y sus directivas descabezadas. Para rematar, el ministro de la defensa ha dicho que la oposición “nunca ganará una elección en Venezuela”. Estas hablando de unas elecciones que han sido definidas como fraudulentas por 50 o más países desarrollados del planeta. Olvidas que el régimen que las convoca y sus organismos son considerados ilegítimos por la mayoría de los venezolanos y, por lo tanto, sus acciones son necesariamente ilegítimas de origen. ¿Cómo puede pensarse así y, al mismo tiempo, ir a votar en un evento que “no existe” legalmente porque ha sido convocado por un régimen que “no existe” legalmente? Si somos coherentes entre lo que pensamos del régimen de Maduro y como actuamos frente a ese régimen, es imposible ir a votar en un evento que ha sido organizado por un régimen que desconocemos. Como decía Joselo, o se es molusco o se es marisco.
Creo que el error que se comete en Venezuela con frecuencia es no tomar en cuenta el componente ético al hablar de cómo interactuar con el régimen de Maduro. La coexistencia pacífica con ese régimen es inmoral y envía un mensaje terrible a los venezolanos: el crimen sí paga.
Ir a jugar el juego político con ellos como si estuviéramos en Suiza es miope y suicida.
Concuerdo contigo en que nuestro liderazgo ha sido muy mediocre y débil. Pero creo que quienes abogan por un acomodo con el régimen son los peores exponentes de esa oposición.
Con la segunda parte de tu escrito estoy mucho más de acuerdo porque, en principio, el fortalecimiento de la sociedad civil es esencial si Venezuela desea salir del foso en el cual está hundida. Desde 2010, al menos, he escrito artículos sugiriendo la necesidad de organizar la sociedad civil, partiendo de un gran Congreso que llame a todos los actores a participar en un frente común similar al que propones. Eso no se ha logrado. Fedecámaras es cobarde, los sindicatos están descabezados, las sociedades profesionales silenciosas, las universidades sobreviven a duras penas. No hay un movimiento integrador. Estoy de acuerdo con que debe haberlo pero, más que el qué necesitamos definir el cómo. Tu artículo es más sobre el qué que sobre él cómo. Sería bueno preguntarnos cómo podremos poner a la sociedad civil de pie. Más que llamarla una nueva política estaríamos hablando de una nueva estrategia para unificar la sociedad civil. Pero, estoy de acuerdo, la sociedad civil como un todo debe actuar, no solamente los partidos políticos. El mismo Ramos Allup siempre ha dicho que los partidos no representan a la Nación sino a ellos mismos. La Nación requiere del concurso de toda la Sociedad Civil.
Hablas al final del escrito de las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes. De nuevo, las presentas como algo normal que debemos aprovechar. Pero, es que serán elecciones llamadas y controladas por un régimen que “no existe” y cuyas actuaciones son írritas. Estamos atrapados en un mundo de ilusiones que nos lleva a la incoherencia. Si desconocemos algo como válido no podemos participar en sus juegos.
No creo que la tragedia venezolana se resuelva “por las buenas”. El régimen solo saldrá a empujones. Participar en sus marramucias es plegarse al juego macabro de colaborar con una dictadura en nombre de la democracia, como lo hacen Claudio, Ochoa Antich, Felipe Mujica, Timoteo y otros miembros de nuestro Vichy criollo.
Un gran saludo,