La estrella banalizadora
Se ha habla de colocar una novena estrella en la bandera nacional. Y de las que puedan faltar para dejar constancia del apoyo de provincias y cantones en el transcurso de la gesta independentista.
Un asunto de interés histórico e historiográfico puede convertirse en otro de absurda actualidad política. Tocará innecesaria aunque interesadamente un nervio de nuestra común identidad y dirá demostrar el poder simbólico del Estado.
El objetivo contante es el de crear una diferencia artificial como ha ocurrido entre los partidarios de la séptima y octava estrella. Y derivar en una controversia banalizadora de las realidades que siguen su curso.
El régimen zamorano olvida adrede aquella bandera de veinte estrellas que fue enarbolada al concluir la guerra o guerrilla federal. Sólo le importa mover muy preciso el bisturí para manipular el imaginario colectivo.
Versamos sobre una emboscada varias veces tendida con éxito. Pero la respuesta urgentes es hacia esas realidades que no paran siquiera por un instante.