Enero ya es pasado
A medida que avanzamos en edad sentimos que el tiempo transcurre con una velocidad escalofriante. Está por terminar el primer mes de 2021. El año avanza indetenible. Cuando más jóvenes teníamos una actividad tremenda y el tiempo alcanzaba para todo. Ahora no sucede lo mismo. Los días y las semanas pasan aunque quisiéramos adecuar su marcha a las tareas que tenemos pendientes. Son muchas.
La semana pasada celebramos los 75 años de la fundación del Partido Socialcristiano COPEI. También 63 del 23 de enero de 1958, fecha de la caída de la dictadura perezjimenista. Para esta en el Zulia habrá importantes conmemoraciones por los doscientos años de la “independencia” de la Provincia de Maracaibo, eventos que no pasarán desapercibidos por lo que significa la permanente lucha de la región por su autonomía más plena. Podríamos agregar otras referencias, pero siento que son innecesarias. Lo que quiero significar es que no sobra tiempo a los efectos de la liberación de Venezuela.
Ratifico una convicción profunda. No hay solución, ni siquiera mejoría, para ninguno de los problemas que azotan a Venezuela mientras el régimen actual exista. En consecuencia todo el esfuerzo debe dirigirse a provocar el cambio que se iniciaría con la salida de Nicolás Maduro y su combo. Todo lo demás pasa a ser secundario en este momento. Preocupan las variadas desviaciones electoralistas que se alejan del objetivo señalado.
Solo podrán realizarse elecciones presidenciales, legislativas a nivel nacional o regionales a todos los niveles, cuando existan autoridades electorales y judiciales dentro de un régimen apegado a la Constitución respetuoso del ordenamiento jurídico.
Estamos lejos de eso aunque, contrariamente a lo que piensan algunos, Maduro está más débil que nunca. Su mundo está en proceso de desintegración y con muchas más contradicciones que las existentes en el campo opositor. Y, por supuesto, el rechazo popular crece indetenible ante la probada incompetencia y corrupción del régimen. Lamentablemente no hay medios de comunicación que puedan actuar con total libertad e independencia. Los pocos que quedan están sometidos a chantajes increíbles ejercidos directamente y también por amenazas a los anunciantes. Los instrumentos modernos, las redes, no están al alcance de todo el mundo. Además, con más de cinco millones de compatriotas fuera del país, el cuadro de complica aún más.
A pesar de que en esto que llaman “socialismo del siglo XXI” hay una carga comunistoide que recorre el continente, la lucha actual de Venezuela no tiene características ideológicas o doctrinales. Se trata de enfrentar con coraje la corrupción más descarada de la historia, a las estructuras del crimen organizado que controlan áreas importantes de la vida nacional y liquidar para siempre las amenazas que desde Venezuela se proyectan sobre el vecindario, incluido Estados Unidos.