Víctor Cuica, “Quítate de la vía perico”
Víctor Cuica fue una persona amable que nació y vivió para la música. Verlo era asociarlo con su saxofón, lo que sucede a los hombres del oficio; como el fotógrafo siempre con su cámara a cuesta. En el caso de Cuica, como ha dicho el poeta, su saxofón parecía la prolongación de su alma.
El mes de febrero, antes de entrar en esta crisis sanitaria que nos va llevando a todos, como era mi costumbre algunos jueves iba a visitar el Juan Sebastián Bar, porque ese era el día exclusivo del maestro del saxofón Víctor Cuica. Al filo de las diez de la noche llegó en compañía de Sandy Guevara, Ricky Naranjo y José Eduardo Baralt. En ese momento el maestro estaba en plena faena con el saxo encendido, el acompañamiento del piano y los otros instrumentos, interpretando “Mi delirio”, ese clásico que inmortalizó a «Cheo» Feliciano y que era una fija en su repertorio.
Hice una buena amistad con el maestro Cuica a mediados de los años 90, siempre con ese buen trato y el saludo de camaradería. Esa noche le pedí y me interpretó uno de los clásico de Ismael Rivera, que yo siempre le sugería, “Quítate de la vía perico”. Quítate de la vía perico Que ahí viene el tren, quítate perico // Óyeme mariqüini, Que si yo llego a saber que Perico era sordo, yo paro el tren, y no mato a perico (Si yo llego a saber que Perico era sordo yo paro el tren).
Las noches caraqueñas se nos ponen más oscuras y se van quedando más solas. Ya nos habían dicho dos o tres meses atrás que el “Juan Sebastián Bar” había bajado la santamaría para siempre; pero la puñalada no las llevamos el sábado 26 de diciembre, cuando un infarto fulminante bajó del escenario para siempre al saxofonista y jazzista venezolano de todos los tiempos: había fallecido Víctor Cuica. Ahí quedó el rinconcito de la barra en la puerta de entrada donde gustaba sentarse Carlos Tablante con Oswaldo Muñoz (del diario El Venezolano) cuando estaban en Caracas, mi compadre Miguel Sierralta con los amigos, y casi toda la bohemia caraqueña y del resto del país cuando nos visitaban. Durante muchos años fue el sitio de la despedida de la noche con la popular “sopa de cebolla”.
La abuela Micaela lo inició en la música
Víctor Cuica nació el 19 de abril de 1949, en la parroquia La Pastora, una de las más populares de Caracas. Se crió en el barrio La providencia y San Rafael, Cuartel San Carlos. Se inició en la música con su abuela Micaela a la edad de siete años. Con mucha jocosidad recordaba la vieja canción: “Prestaba tu máquina para yo coser, yo no tengo maquina, se me echó a perder”, comenta que él le ponía música, silbando con un peine y un papel, y la abuelita decía “este muchacho tiene oído, va a ser músico”.
A los 14 años le pidió a su padre que lo inscribiera en la Escuela de Bandas Militares en La Victoria, estado Aragua. Aquí se interesó mucho por los instrumentos de aire, como el clarinete y la flauta, tomó clases con el profesor de saxofón en la academia. Ha dicho: “Así fueron mis inicios con el saxo y me enamoré profundamente de este instrumento y ya tengo más de cincuenta años tocándolo”. También realizó estudios en la Escuela Superior de música José Ángel Lamas, allí estudió flauta, armonía y composición, ocho años duró esta formación. Los últimos de ellos fue saxofonista, actor de cine y televisión.
Víctor Cuica estuvo casado con Solveig Hoogestijn; de esa unión matrimonial procrearon a su hijo Jan Cuica Hoogesteijn.
Grupo Musical “Víctor Cuica y su Jazz Latino”
A inicio de la década de 1970 ingresa a la Orquesta de Chucho Sanoja. En esa época formó parte de la banda musical de Oscar D’ León. En 1976 se retira temporalmente de la música y reaparece en 1979, cuando funda el Grupo Musical “Víctor Cuica y su Jazz latino”. Poco se ha dicho pero fue precisamente Víctor Cuica quien le puso el nombre a la Dimensión Latina.
Compartió escenario con músicos de la talla de Tito Puente, Paquito D’ Rivera, Gerry Weil, Porfi Jiménez y Arturo Sandoval, entre muchos otros. Tuvo destacadas presentaciones en Nueva York, Suiza, Argentina, España, Francia, en el festival Internacional de Jazz de Montreal.
Los ritmos más característicos de Cuica son el jazz, música urbana y salsa. Como actor lo recordamos en el clásico “Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia”, en “Panchito Madefua”, en “Maroa”.
“Se fue pal barrio de los acostao”
Víctor Cuica tenía previsto un toque para el domingo 27 de diciembre junto a Nené Quintero, Miguel Chacón y Roberto Viló en un local capitalino, pero el destino le hizo una mala jugada, que ha causado tristeza en el medio artístico venezolano y en todos los que lo conocimos y compartimos momentos gratos con él. El sábado 26, después del mediodía la noticia corrió como la pólvora, a la edad de 71 años el grande Víctor Cuica, se fue. Lo traicionó el corazón.
Vaya mis respetos y solidaridad con su esposa, su hijo y toda su familia. Como dijo el poeta, el hombre salió a ese viaje sin retorno, “se fue pa’l barrio de los acostao”.
El Templo de la salsa aragueño
Maracay está catalogado como el centro de los músicos salseros. Cuando el maestro Víctor Cuica compartía trabajo y encuentro con los músicos de la ciudad Jardín. De manera formal con su saxofón compartía y lo encontrábamos en la avenida Bolívar, en el restaurant Churchill, con el maestro Marino (saxofonista oficial) y en compañía del maestro Baquedano. Recuerdo entre los asiduos a Tulio Capriles, Guillermo Luces, José Luis Santoro, Basilio Sánchez, Gilberto Meba Moreno (radio Maracay), Tury Agüero (Autódromo de Turagua), Yunis Estanga, Alejandro Fuentes y Pablo Márquez.
Pero creo que donde mejor se sentía era en la calle 7 del barrio “La Barraca” en Maracay, donde se encuentra “El Templo de la Salsa”. Ahí estaban los amigos, sus panas, sus músicos, políticos, con quienes los momentos eran gratos y placenteros. Los panas le celebramos a Víctor Cuicas un cumpleaños en la churuata, esa tarde que se prolongó hasta bien entrada la madrugada, con la mejor melodía, los pisillos de venado y la rociada de amarillo que no paraba.
En ese templo de los grandes se dieron cita los salseros maracayeros desde el padre de Dudamel (Orquesta Sinfónica), Teo Ramírez que cantó con la Fania y La Inmensa; el hijo de Mañito que tocó con la Billos, Cheo Gamarra del grupo Vera. Entre los amigos recuerdo a Henry Rosales, Glem Romero, Rafael Romero, Marcos Acosta, Franklin Motta, Carlos Vicente Aquino, Gustavo D’ Acuña, Alfonsito Rangel, Pedrito Mosqueda, “el negro” Wilfredo Croquer, Sante Truan y Manuelito Bolívar.
La última crónica del año. Bienvenida Nicole
Estamos cerrando. Esta es la última crónica del año. Y aunque la semana que viene volveré, ya estaremos en el 2021. Al carajo el 2020 con lo bueno y lo malo. Lo acepto y lo despido a beneficio de inventario. Perdimos muchos amigos. Agradezco el apoyo prestado en un año tan duro como este. Si algo ha demostrado este 2020 es que nadie es inmune al Covid 19, ni los altos jerarcas, ni los altos del gobierno, ni los de la oposición, ni famosos, ni pobres, ni blancos ni negros. Para los que somos enfermos crónicos ha sido muy difícil: hemos visto la muerte en cada cruce, en cada esquina. Seguimos vivos dándole la pelea al enemigo invisible, no nos cansamos seguimos batallando.
Mi hijo Mario Antonio y Oriana nos dieron un gran regalo: nos hicieron abuelos. Hace días nació Nicole, nuestra nieta. Tengo razones para cuidarme más y seguir cantando “Mi niña Bonita”.
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