Venezuela: dolorizada y dolarizada
No hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la miseria.
Quien sabe de dolor, todo lo sabe.
La raza humana se encuentra en la mejor situación
cuando posee el más alto grado de libertad. Sé firme como una torre,
cuya cúspide no se doblega jamás al embate de los tiempos.
Dante Alighieri
Venezuela, la bolivariana, sufre. Es un país dolorizado, vive en un permanente lamento. Hay un extendido e inescrutable dolor de Patria. Se sabe escindida, partida en dos, dividida ex profeso: nosotros y ustedes, los buenos y los malos, los que tienen patria y los vende patria, los revolucionarios y los escuálidos pelucones, en fin, el país solloza lágrimas de impotencia y desesperanza.
El dolor es amplio y diverso. Es el de hijos y padres en el exilio, de las madres sin alimentos para los suyos; es el dolor del enfermo sin medicinas ni hospitales, el de los alumnos sin aulas ni maestras, es el infinito e injusto dolor de más de cinco millones de venezolanos alejados de sus familias, de sus alegrías y duelos, de las fiestas de cumpleaños y de navidad. Es el dolor profundo de los políticos presos – no hay presos políticos, gobierno dixit-, quienes, en la soledad de las frías e inhumanas ergástulas de la revolución, recuerdan la Balada del preso insomne de Leoncio Martínez:
Por adorar mis libertades
esclavo en cadenas caí:
aquí estoy cargado de hierros,
sucio, famélico, cerril,
enchiquerado como un puerco,
hirsuto como un puerco-espín.
Harto en el día de tinieblas
asomo fuera del cubil
bien la cabeza, bien un ojo,
bien la punta de la nariz;
temeroso de un escarmiento,
encorvado, convulso, ruin,
—como ladrón que se robase
sólo el reflejo de un rubí—
por mirar brillando en el patio
el claro sol de mi país.
Dolarizada está. Si no es así, atrévase a pagar con bolívares fuertes – que por lo demás no hay . En la Venezuela bolivariana reina, campea, se alboroza el hediondo e inmundo verde.