Los hermanos Bolívar, diplomáticos en 1810
En 1810 la Junta Suprema de Caracas, nacida del movimiento autonómico del 19 de Abril, en otra prueba de su tendencia pro-emancipación de España, envió sendas misiones diplomáticas ante los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra para pedir apoyo y establecer relaciones comerciales.
La primera misión, integrada por Juan Vicente Bolívar, quien la dirigió, y Telésforo de Orea, partió en abril de 1810 a los Estados Unidos con el objetivo adicional de adquirir armas, ya de los arsenales militares de ese gobierno o por la compra directa a los proveedores particulares.
La misión a Inglaterra partió en junio de 1810 bajo la jefatura de Simón Bolívar, a quien ascendieron a Coronel de Milicias para darle mayor realce ante el gobierno británico. Junto a él formaron parte de la comitiva Luis López Méndez, cargado de deudas y por petición de su hermano Isidoro López Méndez; y Andrés Bello, como Secretario, a petición de Bolívar y como favor para su amigo, deseoso de conocer Europa.
Mucho se ha escrito de estos nombramientos diplomáticos. Lo cierto, es que los hermanos Bolívar costearon los gastos de ambas misiones – una ventaja en la escogencia que efectuó en abril de 1810 la Junta Suprema de Caracas, y en especial su Secretaría de Estado, que manejaba las Relaciones Exteriores, a cargo de Juan Germán Roscio.
Pero no se les otorgaría tan delicadas tareas a personas sin calificación suficientes, ya que se trataba de establecer relaciones con la primera potencia del mundo, Gran Bretaña, y con la primera potencia del continente, Estados Unidos de América, que era, además, el modelo admirado por quienes iniciaron el camino de la autonomía. Ul ejemplo exitoso de una ex-colonia que ganó su Independencia, estableció una República estable, poderosa y protagonista de un asombroso crecimiento y prosperidad económica.
Aparte del dinero de los hermanos Bolívar, sus talentos, experiencias y capacidades también fueron evaluados. Simón Bolívar era considerado un hombre muy culto, de amplia formación humanística, que conocía Europa y Estados Unidos, y hablaba varias lenguas: Dominaba a la perfección el francés (idioma diplomático de la época); muy bien el italiano y entendía, escribía y leía el inglés, que hablaba pero sin mucha soltura.
Juan Vicente Bolívar era considerado un hombre centrado, buen administrador y también era Teniente Coronel de Milicias; además, los hermanos Bolívar, ricos terratenientes, dueños de haciendas y esclavos, radicales partidarios de la Independencia, se manejaban con propiedad en los altos círculos políticos y sociales.
Ambas misiones diplomáticas, en tiempos previos a la Declaración de Independencia, lograron sus objetivos a medias.
De Estados Unidos se logró nombrara un agente especial en Venezuela, Robert Lowry, para facilitar las relaciones comerciales, y la autorización de facto para la adquisición de armas a particulares, ya que dicho gobierno no podía donarlas ni venderlas sin comprometer su neutralidad ante España, y aspiraba adquirir de ésta la Florida (comprada en 1821).
De Inglaterra se logró la protección naval británica ante una eventual (e improbable) agresión de Francia; el establecimiento de relaciones comerciales y se aceptó sus buenos oficios ante el gobierno provisional de España (aliada de Inglaterra en la lucha contra el Imperio Francés de Bonaparte) para evitar enfrentamientos bélicos entre Venezuela y España. Lo máximo que podía aspirarse en esa complicada situación internacional de guerras y alianzas.
Aunque surgieron quejas contra Juan Vicente Bolívar, quien solo pudo comprar con su dinero un lote de 700 fusiles en Estados Unidos, la realidad fue que los pedidos de España (compras ya contratadas) a los fabricantes norteamericanos, para luchar por su propia independencia contra la invasión francesa, le impidió comprar más armas. Al morir ahogado en el naufragio del San Felipe Neri, en medio del Atlántico en su viaje de regreso, en agosto de 1811, cesó toda polémica.
Simón Bolívar, cuyas instrucciones le dieron libertad de acción en la materia, se vinculó a Miranda y lo convenció (contra sus instrucciones) de regresar a Venezuela. López Méndez y Bello, deslumbrados por Londres, extendieron con pretextos sus estadías sin imaginar que jamás regresarían a Venezuela.
Estas misiones diplomáticas, de éxitos parciales, arrojaron una conclusión. Cada Estado actúa por sus intereses, porque no son colonias, y las españolas en América tendrían que ganar con sus propias fuerzas la Independencia de España. No serían auxiliadas por potencias extranjeras ni ejércitos expedicionarios, como sucedió con Estados Unidos, apoyados por las monarquías borbónicas de Francia y España en su guerra contra Inglaterra.