La consulta popular y el rescate del voto
El 6 de diciembre el pueblo venezolano habló con su silencio, dejando solos los centros electorales de la farsa convocada para elegir una nueva Asamblea Nacional. Los números son contundentes: la participación verdadera fue cercana al 25%, la más baja en la historia venezolana desde 1958. Aquel Psuv envalentonado que llegó a obtener hasta 8.000.000 de votos en elecciones previas, quedó reducido a cerca de 3.000.000 millones, no obstante la aplicación de la Doctrina Cabello “Quien no vota no come” y de los emplazamientos de gobernadores, alcaldes y repartidores de bolsas de comida para que buscaran a la gente en sus casas para que fuesen a votar.
El Psuv es una maquinaria electoral oxidada, que carga sobre sus espaldas el peso muerto del peor Gobierno que haya tenido Venezuela, el de Nicolás Maduro. Atrás quedó la propaganda de las dos manitos que usaba Chávez cuando pedía 10.000.000 de votos. Eso está cancelado definitivamente. Y Maduro en su caída está arrastrando a la Fuerza Armada Nacional cuyos mandos optaron por echarse sobre sus espaldas el peso muerto que representa Maduro.
Pero estos son los hechos. La política es otra cosa. Ahora toca una tarea titánica: el rescate del voto como el instrumento más eficaz mediante el cual se expresan los pueblos cuando quieren producir cambios. Hay que dejar atrás la tesis del outsourcing político que ha planteado un grupo de venezolanos que piensa que la mejor y única opción es poner el destino de Venezuela en manos del Gobierno de Estados Unidos, como si estuviésemos en la época de Theodor Roosevelt a comienzo del siglo XX con la política del gran garrote, ignorando que en los propios Estados Unidos las intervenciones extranjeras son altamente anti populares, salvo excepciones como la del ataque a las Torres Gemelas o cualquier otra circunstancia que lo afecte directamente. En un mundo global la política es igualmente global pero para procurar salidas democráticas, negociadas y viables, que son las duraderas y estables.
El chavismo se propuso liquidar el derecho al voto como herramienta de cambio y para ello ha recurrido a los tribunales y a la represión. Cuando perdían una elección de gobernador, colocaban un denominado protector para que suplantara al gobernador electo. Cuando fueron derrotados en las elecciones de la Asamblea Nacional de diciembre de 2015, el descaro fue tal que ese mismo mes invalidaron tres diputados y en febrero de 2016 inventaron la figura del desacato para debilitar al parlamento. A parte del nombramiento de los rectores del CNE mediante fichas partidistas del Psuv, como fue el caso de la impresentable Tibisay Lucena, todo lo cual fue erosionando la confianza en el voto. Se trató de una política deliberada.
Nuestro objetivo es claro: que la consulta popular convocada a partir del 7 de diciembre de 2020 sea un instrumento para que los venezolanos puedan reencontrase con su derecho a elegir. Son tres preguntas que resumen una historia de lucha para alcanzar un propósito preciso, el lograr un cambio que saque a Venezuela de la tragedia que generó Nicolás Maduro. Por ello, la consulta es como una luz en medio de la oscuridad en la cual el chavismo metió al país, para articular así una fuerza que rescate el derecho a votar y a elegir.