Y ahora… ¿qué pasará?
Para el momento es que escribo este artículo pareciera más despejado el camino de Biden hacia la Casa Blanca, pero aún están pendientes los recursos judiciales y administrativos intentados por el equipo de Trump. El hecho de haber superado la cifra exigida para ser proclamado como presidente electo por el Colegio Electoral es un factor de primera importancia, aunque continúe la dura batalla librada en todos los terrenos. Estados Unidos, tenido como el país con la democracia más sólida y ejemplar del planeta, atraviesa una crisis seria, muy grave. Esperamos que el máximo liderazgo de ambas tendencias logre superarla en base a la madurez, la experiencia y la visión de un futuro mejor para todos.
Más allá de lo que los resultados puedan significar para Estados Unidos internamente en lo circunstancial y transitorio, nada logrará modificar su estructura como estado federal y descentralizado, con poderes públicos independientes que se auto controlan. Todo bajo un esquema básico de vida en libertad y democracia.
Al final de mi artículo de la semana pasada dije textualmente: “Pero este martes puede pasar cualquier cosa. No creo que Biden sea comunista, ni socialista del siglo XXI, pero para lograr la nominación y en su campaña, se ha acercado peligrosamente a quienes quizás sí lo sean”. Lo ratifico.
Todo esto nos alejó por unos días de cuanto sucede en nuestro territorio. La situación es confusa con altas y bajas más propias de una montaña rusa. Está claro que más del 80% de los venezolanos quieren el cese inmediato de la usurpación, es decir, la salida de Maduro, como primer paso para la simultánea constitución de un equipo de transición hacia una elecciones presidenciales y parlamentarias auténticas. Sin embargo, una vez más, pareciera que el país nacional está siendo superior que quienes pretenden dirigirlo. Si lo objetivos y las metas están tan claros para el ciudadano común ¿qué pasa con los dirigentes? Todos, no sólo unos cuantos, deberían trabajar y estar actuando en esa dirección. Hay que dejar de lado las ambiciones personales y de grupo, la candidaturitis crónica de algunos y concentrar todos los esfuerzos en lograr el primer objetivo del proceso. Lo demás vendrá por añadidura.
Por ahora el país nacional demostrará su decisión contraria al régimen rechazando la viciada y fraudulenta convocatoria a elecciones supuestamente parlamentarias el próximo 6 de diciembre. Ese día terminarán de caer las caretas. Especialmente la de los llamados alacranes que actúan dentro de la estrategia del régimen al asumir nombre y símbolos de partidos intervenidos arbitrariamente por el régimen.
También esperamos la masiva concurrencia a la consulta popular nacional que se realizará también en diciembre. El pueblo espera conocer de inmediato las preguntas que deben responderse No más demoras.
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