Un gobierno y múltiples oposiciones
El oficialismo está debilitado. De eso no cabe duda. Un modelo cuyo apoyo se construyó sobre la base de la dependencia hacia un estado benefactor no puede seguir funcionando efectivamente si se queda sin recursos. Esta es la lógica de las sanciones: cortar la cadena de suministro estado – sociedad para así lograr que “bajen los cerros”.
El problema de esa aproximación es que llega tarde. Desde hace varios años la base de apoyo del Gobierno en Venezuela pasó del pueblo a los cuarteles, y de estos a grupos armados específicos. En el país ya poco importa el apoyo popular para mantener el poder, quien controla las armas y constituya la minoría mejor organizada es quien gobierna.
El drama de las oposiciones venezolanas es que no tienen ninguna de las tres posibles fuentes de poder: apoyo popular, los cuarteles, o grupos armados específicos. Por cierto, la estrategia opositora, liderada por Guaidó, se paseó por esas tres fuentes de poder durante los últimos dos años. A partir de un amplio apoyo popular llamó a los cuarteles, y al fallarle estos intentaron tomar el poder a través de grupos armados. Lo cierto es que la oposición hoy no cuenta con algunos de estos factores, quedándole el apoyo internacional, que si bien es importante no representa un factor real de cambio. En ese contexto los factores de la oposición se dirigen desenfrenados hacia un choque que la dividirá aún más.
Las elecciones parlamentarias del 6D y la Consulta Popular no tendrán un efecto real en el cambio de las relaciones de poder en el país. Sin embargo, sí dividirán aún más a las oposiciones. Quienes integran la actual Asamblea Nacional seguirán sintiendo que son los representantes legítimos de la institucionalidad que le queda al país, mientras que quienes queden electos se asumirán así mismos con esa legitimidad. Y como la política en Venezuela gira en torno a un normativismo a conveniencia, cada uno hará las interpretaciones correspondientes según les favorezca. Mientras eso ocurre, el oficialismo seguirá debilitado pero las relaciones de fuerza aumentarán a su favor.
Lo anterior es una gran paradoja: un gobierno que sigue debilitándose pero cuya fuerza relativa sigue aumentando. ¿Cómo es eso posible? Sencillo. Porque la fragmentación en su adversario continúa aumentando. Lo que en algún momento fue una oposición capaz de poner de lado sus diferencias, y desconfianzas, hoy es un grupo de actores incapaces de coordinarse. No hay que idealizar los intentos pasados de coordinación entre los partidos políticos, sin duda había intereses particulares, pero la clave estuvo en lograr algunos acuerdos y un sistema relativamente funcional para obtener resultados políticos concretos. Hoy eso no existe.
En Venezuela hoy urge que las oposiciones se reconcilien. Sí, ya no basta con pensar en una eventual reconciliación entre oficialistas y opositores. El daño ha sido tan profundo entre quienes adversan al gobierno que entre ellos debe ocurrir también ese proceso de reencuentro. Esto es clave, pues se suele hablar de “coordinación estratégica” entre actores, un término muy usado por politólogos, pero esta es insuficiente cuando no hay un piso común de entendimiento y cierto grado de confianza mutua. Lamentablemente hoy nada de eso existe, y de haberlo es muy precario. Luego de dos años de una estrategia radical, la oposición venezolana se encuentra fragmentada y sin rumbo.
La gran incógnita es cómo revertir el proceso de deterioro de las relaciones entre quienes adversan al gobierno. La respuesta está en lo que Habermas denomina “la esfera pública”. Un espacio en el que se vuelva a plantear el debate de ideas, en el que los argumentos y la razón permitan encontrar puntos de encuentro.
En este momento no se puede pensar en “salir de Maduro” si antes no hay un reencuentro político, y ojalá más allá, entre quienes adversan a ese gobierno. Mientras esto no ocurra se está contribuyendo a preservar el estatus quo actual, con su alta dosis de degradación social. El país necesita urgentemente que las oposiciones se conviertan en una fuerza orgánica.
Twitter: @lombardidiego