Sin servicios
Usted abre el grifo y el agua no sale. Usted está en plena hora productiva y se va el servicio de energía eléctrica. Usted sale a la calle – frente a su casa o negocio – y ve la basura acumulada en la isla o ya saqueada y alborotada por los perros callejeros. Así se vive en Venezuela sin servicios públicos.
Y aunado a la falta de agua y electricidad, y al pésimo servicio de aseo urbano, se le debe sumar la odisea del combustible y la escasez de gas doméstico. Todo un drama, cada día más cotidiano en la vida del 99% de los venezolanos. Solo el 1% de los acomodados no padecen, lo que todos los demás padecemos.
Sin servicios públicos – y esto es claro y un deber decirlo – no puede existir, ni existirá, un adecuado desarrollo económico. Pues, la economía no es una realidad que se decreta desde los salones del poder en Miraflores, sino que es un sistema que se empuja y evoluciona según las decisiones acertadas que se tomen para ello.
Y es aquí el gran problema, desde hace muchísimos años en Venezuela no se toma una decisión «buena» o «correcta» en el ámbito económico. Se llevan más de 20 años haciendo justamente lo contrario, generando acciones que pulverizan la capacidad de producción de la sociedad venezolana.
Hoy en día el país carece de un parque industrial activo, por el contrario lo que restan son los despojos de las empresas que alguna vez fueron rentables. Las expropiaciones, el acoso gubernamental, el descalabro económico hizo que más de uno mordiera el polvo de la ruina o el cierre técnico de operaciones. Esto es una verdad que nadie puede ocultar.
Y los valientes que siguen adelante con sus empresas, además de los comerciantes y emprendedores, tienen que sobrevivir en medio de la devaluación sistemática y alocadamente acelerada del bolívar, los cotidianos aumentos del dólar y la patética realidad de los servicios en Venezuela.
Si queremos rescatar la producción nacional, debemos empezar por dos aspectos esenciales: Respeto de la propiedad privada, y garantizar servicios de calidad en todas las áreas. Y, como hemos podido aprender, esto no se logrará si siguen los mismos que nos han gobernado hasta ahora en Miraflores, ocupando las posiciones de decisión.
Los malos servicios públicos es una realidad que imposibilita los esfuerzos de trabajo en el mercado venezolano, ya que es difícil mantener la producción en medio de una crisis como la que se vive en este país y más cuando no se poseen las condiciones operativas mínimas. ¿Cómo trabajar si el Estado no nos deja hacerlo?
A los empresarios y comerciantes venezolanos se les exige el pago de los impuestos y múltiples tasas, sin embargo el Gobierno no retribuye en absolutamente en nada ese dinero. Pues, aquí se debe comprar gasolina bachaqueada, gas por los caminos verdes, tener una planta eléctrica para los apagones y comprar – constantemente – cisternas de agua. Todo un caos.
¿Quién trabaja así? Nadie… Un nuevo gobierno debe atender estas realidades con carácter de urgencia para que el país pueda respirar y salvarse a través de su propio trabajo y esfuerzo. Así de simple.