Fidel Castro, el clásico matón barriobajero y tercermundista, recurrió al precedente de sus pandilleros: refugiarse tras las piernas de los matones mayores para preservar sus andanzas. Aliarse a Rusia y China y prestarse a la buhonería gansteril de los marxistas latinoamericanos para acosar a los Estados Unidos. Ante la aclamación y el aplauso de un continente bobo que dejó de odiar al imperio español para odiar al imperialismo yanqui. Y que resuelve todas sus ineficacias y fracasos escondiéndolos tras los envidiables éxitos de la gran potencia del Norte. Los cojos le echan la culpa al empedrado.
El progresismo, practicado con absoluta naturalidad, así encubra la abierta criminalidad del socialismo marxista, ha permitido las tropelías que han logrado envilecer y desencajar la vida política norteamericana, envenenando las raíces de su naturaleza liberal, electoral y democrática.
En una insólita y audaz movida global, usando como punta de lanza a los movimientos racistas negros de los Estados Unidos, simpatizantes de los regímenes dictatoriales de Cuba y Venezuela, y el colchón global de los medios progresistas, el progresismo global acorraló a Donald Trump, fortaleció al candidato demócrata Joe Biden y sirvió de tapadera a un extenso movimiento fraudulento que impuso la derrota de Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Los mismos círculos políticos que previnieran a la oposición venezolana contra el uso de las maquinas tragaperras como instrumentos electorales por parte de las autoridades electorales del régimen dictatorial de Nicolás Maduro – son manipulables y pueden condicionar sus resultados a la voluntad de sus manipuladores, señalaron pruebas en mano – esta vez permitieron su uso en el delicado proceso electoral norteamericano. Con los amañados resultados previsibles. Son los milagros secretos de Smartmatic.
Nada de este horror que sacude a la sociedad más democrática del orbe hubiera sido posible si la progresía global, diestramente manejada por sus jefes de filas y financistas, como George Soros y sus asesores no hubieran alineado sus cañones contra Donald Trump, haciendo uso de su control absoluto sobre los medios de comunicación de mayor influjo internacional. Bastaría revisar críticamente los titulares de portada de los principales medios del mundo – el NYT, el WSJ, El País y ABC, de España, Le Monde y Le Figaro, de Paris, el FAZ, de Frankfurt, y así todos los principales medios “independientes y progresistas” del mundo, así como los noticieros de CNN y otro canales de noticias, para comprobar la verdadera guerra de aniquilación montada por los medios para provocar la caída de Donald Trump y el derrumbe de su influencia sobre la conciencia global.
No recuerdo un precedente. Es primera vez que los medios de comunicación más influyentes del mundo se alinean disciplinadamente en una guerra despiadada e inclemente contra un objetivo común. Y logran su propósito: movilizar al electorado norteamericano para impedir la reelección de Donald Trump. ¿Sabremos alguna vez los nombres de los generales del Estado Mayor que derrotó a los Estados Unidos y a Occidente?
@sangarccs