«La Estafa de los Guzmanes”
“Los Ilustres o La Estafa de los Guzmanes” fue el libro que publicó en 1883 (Curazao) y en 1884 (Bogotá) el periodista, historiador y General colombiano Manuel Briceño (1849-1885), hijo del prócer venezolano General Emigdio Briceño. La dictadura de Guzmán Blanco censuró, prohibió y recogió este libro en Venezuela, y persiguió a su autor.
El libro contiene retratos morales del dictador Antonio Guzmán Blanco, de su padre Antonio Leocadio Guzmán, y del más tenebroso, Antonio Guzmán, el abuelo.
¿Quienes fueron los Guzmanes?
1) El fundador de la estirpe, Antonio Guzmán (1769-1828), abuelo español del dictador, fue un Sargento realista quien llegó a Teniente Coronel de los Ejércitos del Rey en la Guerra de Independencia y en el Castillo de Puerto Cabello se destacó como esbirro, carcelero, torturador y verdugo de muchos patriotas que por desgracia fueron allí prisioneros.
Ordenó torturar y matar, entre tantos, al abuelo del autor del libro y prócer venezolano Manuel Ignacio Briceño en 1813. Y en Caracas maltrató y vejó a la heroína Luisa Cáceres de Arismendi.
2) Antonio Leocadio Guzmán (1801-1884), “el Viejo Guzmán”. Uno de los políticos “liberales” que jamás pidieron abolir la esclavitud y solo buscaron el poder para saciar sus ambiciones de ascenso económico y social, robando al Tesoro Público para enriquecerse. Su fama de corrupto solo la superó su hijo el dictador, su socio en muchos robos y estafas. En los países civilizados se considera inmoral el nepotismo en los cargos públicos y aquí sufrimos a los Monagas, a los Guzmanes y a los Gómez.
El Viejo Guzmán, en sus tiempos mozos, se trasladó en 1826 al Perú como emisario de José Antonio Páez ante Simón Bolívar y éste cometió el error, turbado por la adulación de Antonio Leocadio (quien lo alabó en su “Ojeada al Proyecto de Constitución que el Libertador ha presentado a la República de Bolívar”, Lima, 1826), de emplearlo allí como uno de sus amanuenses y correo para publicitar su desventurada Constitución de Bolivia, con su nefasta “Presidencia Vitalicia con derecho a elegir sucesor”, que originó que Bolívar fuera acusado de monárquico, de querer abolir la República y “coronarse”, iniciando así su decadencia política.
Al Viejo Guzmán, político oportunista, maniobrero y corrupto, quien jamás participó en la Guerra de Independencia, el Congreso Nacional le otorgó en 1873 el título de “Ilustre Prócer de la Independencia de América”, le erigieron una estatua en vida y en 1884 fue enterrado en el Panteón Nacional (profanación y agravio contra éste templo del patriotismo y la memoria de los verdaderos próceres de Venezuela), todo por mandato de su hijo el dictador, el “Ilustre Americano”.
Algunos “intelectuales” indulgentes o desinformados calificaron después a este charlatán como “un pensador”, por fundar periódicos de proselitismo político (el más importante “El Venezolano”), ser de los fundadores del llamado “Partido Liberal” y exponer lo obvio como burócrata; aunque no existe ningún pensamiento original ni tesis propia del Viejo Guzmán que lo acrediten como “pensador”, porque solo fue un libelista político y divulgador interesado.
En Venezuela pocos merecen tal calificativo, carencia lamentable. Males ha sufrido Venezuela por falta de verdaderos pensadores y por las debilidades y desatinos de muchos de sus supuestos “intelectuales” que el Rómulo Gallegos caracterizó con su personaje “Mujiquita”, en “Doña Bárbara” (1929).
3) El dictador Antonio Guzmán Blanco (1829-1899), un abogado que entendió que en el siglo XIX venezolano solo alcanzaría el poder hecho caudillo, que olvidó códigos y se lanzó a las guerras civiles para ser “general” y jefe del país (1870-1888) y así robarlo a saco, enriquecerse, endeudarlo, entregar sus riquezas a empresas y gobiernos extranjeros, y después abandonar Venezuela, por despreciar su primitivismo y envilecimiento (ruin obra en la que participó), para irse a vivir a Europa con su familia, a Francia, “como un magnate”, con la inmensa fortuna que robó al país.