Desnutrición

Opinión | noviembre 4, 2020 | 6:16 am.

Un par de abuelos de Caracas fueron encontrados muertos en su casa. ¿La causa? Fallecieron víctimas de la desnutrición. Perdieron la vida como consecuencia de una inflación que crece día a día, causando estragos en los sectores más vulnerables.

Los dos adultos mayores, con más de 70 años de edad cada uno, no podían comprar comida con el triste ingreso que significan dos pensiones del Seguro Social; ni siquiera podían adquirir sus medicinas, ni mucho menos vitaminas o suplementos alimenticios.

Ellos, como tantos otros, fueron víctimas de un modelo económico que pulveriza la capacidad de compra de millones de venezolanos. Y esta realidad es tan cierta, y a tal punto, que seguimos viendo venezolanos que huyen, a pesar de la pandemia, vía trochas, rumbo a nuevos destinos y en busca de nuevas oportunidades.

En Venezuela para hacer un simple mercado para un mes se necesitan unos 300 dólares. Sí, escribí 300$; pues, el encarecimiento de la vida es tan grave que solo con un ingreso superior a 500 dólares (para no solo comer) se puede sobrevivir en una economía desajustada y plenamente anárquica como la nuestra.

¿Cómo no existir casos de desnutrición extrema? Miles, sino millones, de venezolanos no tienen los ingresos suficientes para realizar un mercado quincenal de unos 100 ó 150 dólares, y con esto nos referimos a la compra de rubros como: Carne de Res, pescado, harina de maíz, pasta, leche, café, huevos, pollo, verduras, frutas, hortalizas, y más productos necesarios para la realización de una dieta correctamente balanceada.

No hablamos de lujos o caprichos, no, solamente las proteínas y demás productos vitales para la alimentación de una familia promedio de 4 integrantes (Mamá, Papá y dos hijos).

¿Por qué asombrarse que tengamos casos extremos de desnutrición? Lo que sí sorprende es la falta de difusión de tantos casos que se están registrando de desnutrición en todos los rincones de Venezuela; pareciera que la crisis venezolana es tan eterna y tan normal que hechos como éstos carecen de la «novedad» y «notoriedad» que caracterizan al concepto de noticia.

Sin embargo, los hechos están allí. Cada día son más abuelitos los que padecen por la carencia de ingresos para mantenerse, cada vez son más los niños mal alimentados y que presentan problemas de aprendizaje, como resultado del efecto negativo del hambre en sus capacidades cognitivas; es una tragedia que afecta, terriblemente, a las embarazadas, parturientas y mujeres en período de lactancia.

Por ejemplo, la Alta Comisionada de los Derechos Humanos, la señora Michelle Bachelet afirmó que la tasa de desnutrición infantil en Venezuela ronda el 15%, y en lo particular creo que la enviada de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se queda corta con la cifra.

La situación es tan difícil aquí – en Venezuela – que en un alto porcentaje de hogares uno de los papás, y a veces los dos, se quedan sin probar bocado para así darle de comer a sus hijos.

Esto es una tragedia sin igual en el país como en América Latina; esta es la mayor crisis alimentaria y humanitaria del continente sólo comparable con los dolorosos episodios de hambre que se han vivido en África.

En pocas palabras, tenemos un país que se muere – literalmente – del hambre.