Criminalidad en pandemia
Todos los ingenieros de sistemas estamos entrenados para observar la sociedad en la que nos desempeñamos desde una perspectiva global. Entendemos que el análisis cuantitativo permite reflexionar sobre posibles causas cualitativas. Esta visión nos lleva a incursionar en el terreno de las ciencias sociales y, más concretamente, en la criminología, que es el tema que nos atañe hoy. De por sí, ésta tiene una complejidad que, a veces, asombra, y, en los últimos años, ha arrojado una cantidad inmensa de datos, que nos permite radiografiar la realidad de nuestro país.
Indagar respecto al delito ayuda, por una parte, a afinar una interpretación del régimen político que padecemos y, por la otra, a comprender cómo actúa de manera directa e indirecta en la criminalidad.
Un primer dato, absolutamente revelador, es que, en este siglo XXI, no sólo se agigantaron las cifras de homicidios, lesiones personales, hurtos, y atracos a mano armada, sino que las autoridades más nunca las revelaron, como ocurre en cualquier otro tema que muestre el desgobierno en el cual vivimos. Versamos sobre los hechos denunciados porque entendemos que los hay, y que no llegan ni siquiera a considerarse en los cuerpos policiales, quienes también se han convertido en parte del problema. Son las “cifras negras”, como las llaman los especialistas de la delincuencia. La ciudadanía sabe que es inútil denunciar en medio de la impunidad; mucha veces solo ora, pues los cuerpos policiales están desbordados o hasta engarzados en la comisión de esos delitos, y, en otros casos, son parte del hecho delictivo.
El caso viene al tapete porque hay teorías criminológicas que, por ejemplo, hablan de una causa congénita del delincuente. Fue Cesare Lombroso el que trató de caracterizarlos, distinguirlos o estereotiparlos. Otras teorías hablan de las estaciones o los climas, fríos o calientes, inciden en los delitos de sangre o en los de habilidad: el trópico es más propenso al asesinato, las zonas frías más inclinadas al el hurto. En fin, son numerosas las aproximaciones.
No obstante, excepto Roberto Briceño-León, quien adelanta unos estudios extraordinarios al respecto (violencia y legitimidad, delito organizado en Venezuela), pocas lecturas existen en torno al régimen socialista de Maduro y los delitos comunes. Pero a simple vista podemos conseguir causas y efectos de la misma, y cómo el régimen se convirtió en la consecuencia del aumento de la criminalidad, auspiciado por el poder judicial y los entes policiales. Apenas con lo que llega a la prensa digital, los homicidios en nuestro país suelen ser muy crueles, hasta por motivos fútiles: un par de zapatos o un celular. No basta un disparo o una sola puñalada, sino que la víctima es, literalmente, cosida a balas o cuchilladas.
Como si no fuese suficiente, respecto a los venezolanos en el exterior, frecuentemente nos enteramos de la incursión de una minoría en actos delictivos que incluyen hasta el descuartizamiento del cuerpo que procuran después esconder: ya no recordamos el nombre de la joven y atractiva mujer capturada, al sur del continente, como autora de semejante escena. Significa entonces que también estamos exportando la criminalidad a otras partes del continente.
Una visión sistémica de la delincuencia común en Venezuela nos remite directamente al discurso y la práctica del poder político que, por un lado, canta al amor y, por el otro, genera y piensa sólo en la guerra, no tiene compasión con los disidentes; por ejemplo, lo ocurrido en 2014 y 2017 en Venezuela.
Son los anti-valores sembrados y cultivados durante veinte años. Anti-valores que es necesario transformar. Este trabajo de cambio se inicia desde nuestros hogares, de marcar, para nuestros hijos, una línea clara y firme que diferencie lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, y, así redireccionar nuestro país hacia un mejor camino, pero para ello necesitamos, rápidamente, un cambio a una política distinta al que llama y lleva el régimen usurpador. Es determinante la participación de esa Venezuela que existe, ya que en ese trabajo delimitante del bien y el mal mostraremos que la honestidad persiste y resiste en algún lugar de nuestra vida.
@freddyamarcano