Caracas, 5 oct (EFE).- Venezuela, otrora el paraíso del petróleo, percibe hoy menos del 1 % de los miles de millones de dólares que obtuvo antaño por la venta al exterior de su casi infinito oro negro. Ahora, con el país arruinado, unos pocos astutos empresarios han conseguido exportar otros productos y superar por primera vez la renta petrolera.
Es tal la crisis, que recientemente el presidente Nicolás Maduro rompió el silencio oficial sobre los ingresos del país y, sin reconocer responsabilidades por la caída de producción de la estatal petrolera Pdvsa, admitió que la nación ha dejado de percibir 65.000 millones de dólares desde 2014, cuando la pobreza empezó a ser ley.
Burbuja exportadora
Con una economía un 90 % más pequeña que hace siete años, un 82 % de devaluación monetaria en medio de la pandemia por la Covid-19 y una inflación acumulada que ya supera el 1.000 %, Venezuela ha completado este año unas pocas exportaciones que, según analistas, no pueden entenderse como un signo de recuperación económica.
El Gobierno dio a conocer en septiembre la exportación de las primeras 100 toneladas de licor de cacao hacia Cuba como parte de un contrato 10 veces más grande y exhibió con vítores el envío de 1.600 toneladas de carne a Irak.
Ambas transacciones constituyen un hito al ser el mayor contrato por cacao que Venezuela haya suscrito con la isla caribeña y la primera vez en 120 años que el país petrolero exporta ganado, justo cuando la mayoría de la población local no ingiere proteína animal por no poder costearla.
Los montos a los que ascienden estas operaciones no son públicos, pero algunas estimaciones manejadas por el Parlamento venezolano apuntan a que las exportaciones no petroleras se ubicaron cerca de los 1.000 millones de dólares en el primer trimestre, con leves descensos en los seis meses siguientes, cuando el país entró en cuarentena por la pandemia.
Empresarios excluidos
Las 3.700 reses embarcadas provienen, según la información oficial, de seis regiones del país pero, recrimina la Federación de Ganaderos (Fedenaga), no hubo concurso ni licitación sino que se benefició a «un pequeño grupo» de personas, quienes «a todas luces estaban avalados por el Gobierno».
Así lo aseguró a Efe el presidente de Fedenaga, Armando Chacín, al señalar que estas exportaciones implicaron a «intermediarios que engañaron y compraron» los animales a precio local -a 0,85 dólares el kilo, la mitad de la cotización internacional- y obtuvieron los permisos gubernamentales para exportar y lucrarse.
Se trata, según el legislador opositor Ángel Alvarado, miembro de la Comisión de Finanzas del Parlamento, de un pequeño sector, conformado por personas desconocidas y muchas de ellas cercanas al Gobierno, que recibe incentivos y no es perseguido en uno de los países con menos libertad económica.
También es, prosigue Alvarado, una evidencia de la flexibilización económica implementada por el Gobierno en los últimos 18 meses, que ha permitido el libre tránsito de monedas extranjeras luego de 16 años de control cambiario aunque la mayoría de la población percibe menos de 10 dólares mensuales.
Ventas incipientes
El Ejecutivo ha dejado claro que planea seguir promoviendo la exportación de pescado, flores, algodón, café y otros productos a países como Rusia, China y cualquier otro territorio que pueda burlar el pliego de sanciones financieras que Estados Unidos ha impuesto a Venezuela.
Fedenaga, que tiene cubierta la demanda nacional de carne, espera ser incluida en las próximas ventas al exterior, una meta que los ganaderos locales han tenido durante años pero que ha sido imposible concretar por los numerosos controles gubernamentales que rigen esta materia.
«El ganado más barato de América Latina es el venezolano, no cubre la estructura de costos (…) no hay poder adquisitivo para comerse el rebaño que queda en Venezuela», explica Chacín, quien ve como una «necesidad» empezar a exportar para obtener divisas que les permitan «seguir subsistiendo» en un país dolarizado de facto.
Los ganaderos locales han recriminado de manera incesante que los precios de sus productos, generalmente fijados por el Ejecutivo, no cubren los costos de trabajo y que, además, mantener la operatividad es cada día más difícil por la escasez de gasolina y los fallos en el suministro de agua potable, electricidad o gas doméstico.
Pdvsa arrasada
El deterioro de Pdvsa ha llegado a un punto, explica Alvarado, en el que por primera vez en casi cien años las ventas no petroleras al exterior han generado al país más riqueza que su tradicional renta por exportación de crudo, ese que acoge en sus entrañas más que ninguna otra nación del mundo.
Venezuela, indicó el diputado, llegó a exportar casi 100.000 millones de dólares en crudo en el año 2012, mientras que en el segundo trimestre de este año estas operaciones se tradujeron en apenas 500 millones de dólares.
«¿Cuál es la razón de esto? La caída de la exportación petrolera sin duda alguna. ¿Esto está siendo compensado por las exportaciones de ganado o de flores? No, eso no sustituye esa caída», sostuvo.
Aunado a ello, el país registra una balanza comercial negativa, en la que está importando más (en cantidad de dinero) de lo que exporta, un indicador que también fue reconocido por Maduro recientemente, al presentar un proyecto de ley con el que planea burlar las sanciones económicas impuestas a su Administración.
En su reciente repaso económico, el mandatario reveló un dato más dramático todavía: que el país pasó de percibir 56.000 millones de dólares anualmente, aunque no especificó en qué año, a menos de 400 millones de dólares en 2019.
Operaciones oscuras
Todos estos indicadores, que por ley deberían ser públicos y verificables, se mantienen ocultos en Venezuela desde hace años hasta que eventualmente el presidente o un ministro del área económica se refiere a alguno de ellos, como ocurrió con Maduro en su exposición sobre el empobrecimiento nacional.
Con el mismo velo maneja el Ejecutivo lo relacionado con la exportación de oro y otros metales preciosos extraídos del sur del país, donde opera el llamado Arco Minero del Orinoco, por lo que ni siquiera «se puede tener una estimación específica» de cuánto dinero genera.
Así lo expone Alvarado, quien destaca que el oro «se ha convertido en un recurso fundamental de las exportaciones venezolanas» pero «al ser contrabando no se puede reportar de ninguna manera».
«Está saliendo del país a través de las islas del Caribe (…) es completamente ilegal», remarcó.
También a oscuras se mantienen los nombres de quiénes han conseguido los permisos para exportar en medio de la pandemia y la lista de empresas y gobiernos que siguen negociando con Venezuela pese a las amenazas de sanciones de Estados Unidos. EFE