Carlos Mesa, el intelectual que no pudo conectar con las clases populares bolivianas
La Paz, 24 oct (EFE) / Gina Baldivieso.- Una campaña alejada de la calle y de clases populares, en las que tradicionalmente el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales tiene predominio, es una de las causas por las que el expresidente Carlos Mesa no pudo llegar a segunda vuelta con el exministro Luis Arce.
El carisma que muestra el también historiador y periodista en foros internacionales llegó a las clases medias urbanas, pero pareció no ser suficiente para conectar con estos otros sectores, lo que se vio reflejado en el porcentaje obtenido en los comicios generales del 18 de octubre, según analistas consultados por Efe.
El exmandatario partía como favorito para medirse con Arce, tras haber logrado en 2019 emerger como una opción firme ante la hegemonía que Evo Morales tuvo sobre sus detractores en los últimos años.
Las encuestas preelectorales para los recientes comicios auguraban una segunda vuelta entre Mesa y Arce, pero finalmente el candidato del MAS venció en primera con más del 55 % de la votación, un porcentaje que superó ampliamente al previsto en los sondeos.
¿Qué falló?
Una de las consignas de la campaña de Mesa fue la del «voto útil», que buscaba mostrarlo como la única opción capaz de derrotar al MAS y llamaba a concentrar en su candidatura a los electores descontentos con los casi catorce años de Gobierno de Morales.
Sin embargo, a diferencia del año pasado, el exmandatario se ciño prácticamente a una campaña virtual mediante mensajes en redes sociales o entrevistas con medios de comunicación, pero apenas se lo vio en las calles.
Para el analista político Marcelo Silva, Mesa hizo una «mala campaña», «muy pasiva, muy parca», y no supo acercarse a la gente como a su juicio sí lo hicieron Luis Arce o el exlíder cívico Luis Fernando Camacho, que quedó tercero.
Aunque las restricciones aún vigentes para evitar la propagación de la covid-19 prohibían los actos masivos, Arce y Camacho estuvieron muy activos en sus campañas con caminatas o caravanas que congregaban a sus seguidores, a veces sin respetar las medidas de bioseguridad, mientras que Mesa casi no apareció en las calles.
«Fue una mala campaña que solamente trató de refugiarse o acicalar mérito de la famosa consigna del voto útil, que no consistía más que en que el resto de los candidatos se bajaran para que él ganara la elección», dijo Silva a Efe.
A su juicio, pesó mucho que Mesa no saliera «al contacto con la gente» y que no estableciera mecanismos para llegar a otros sectores.
En declaraciones a Efe, el analista político Gonzalo Mendieta consideró que la derrota de Mesa pudo deberse a una «imposibilidad de trabar alianzas con sectores sociales fuera de la irradiación de su nicho electoral», que «hace tiempo no es mayoritario» en Bolivia.
«La Bolivia en la que la clase media urbana lideraba la política es una Bolivia que ha sido remontada por una Bolivia de mayor urbanización de sectores de periferia urbana, con mucha incidencia de la mentalidad rural, con un nuevo tipo de clase media con otros códigos», opinó Mendieta.
Para el experto, a las opciones políticas contrarias al MAS les falta «mirar mejor cómo construir una mayoría social», pues pareciera que se dio al partido de Morales la «exclusividad» respecto de ese electorado, haciéndole «un favor» que se refleja en el resultado de los comicios, en los que Mesa queda segundo con casi el 29 por ciento de los votos al frente de la alianza Comunidad Ciudadana.
Mendieta también mencionó la dificultad que tuvo Mesa para conectar con el oriente boliviano, en concreto con Santa Cruz, la mayor región y la más pujante del país, con la que tuvo conflictos cuando fue presidente entre 2003 y 2005.
Una mayoría opuesta al MAS en Santa Cruz se aferró a la candidatura de Camacho, tercero con el 14 por ciento, que prometió el federalismo que muchos en esa región anhelan, aunque el exlíder cívico no pudo lograr más apoyo que el de su departamento natal.
El rol del futuro mandatario
Los analistas coinciden en que el triunfo del MAS, o la derrota de sus detractores, no puede atribuirse solamente a la campaña de Mesa, pues hubo otros factores como lo que consideraron una deficiente gestión del Gobierno interino de Jeanine Áñez, o la polarización regionalista que enarboló Camacho en su discurso, entre otros.
Pasada la jornada electoral, Mesa fue el primer candidato en reconocer el triunfo de Arce antes de confirmarse oficialmente y confió en que su alianza, Comunidad Ciudadana, estará a la altura para ser «cabeza de la oposición» para el periodo 2020-2025.
Silva dudó de que Mesa sea un opositor activo «por el perfil político que tiene» y consideró que volverá a «lo que más le gusta», que son las letras.
«No por lo pronto, pero en el futuro mediano estoy plenamente seguro de que Carlos Mesa se apartará de la actividad política por completo», auguró.
Mendieta consideró que Mesa «es un hombre valioso» y seguirá siendo un personaje boliviano, aunque «su perfil está más en el nicho intelectual y de un patricio boliviano» que en el de la disputa política «en la arena».
El expresidente todavía tiene que ejercer el liderazgo de oposición porque aunque no ganó, logró «una bancada nada desdeñable» y por ahora no hay otros líderes opositores al MAS «a la vista», concluyó. EFE