Cambio de época
El 28 de junio de 1914 fue asesinado en Sarajevo el archiduque Francisco Fernando de Austria. Este evento inició la Primera Guerra Mundial. El conflicto armado fue la consecuencia de una acumulación de tensiones entre las principales potencias europeas; el asesinado del archiduque fue un catalizador de esas fuerzas que ya estaban en movimiento.
Estas tensiones continuarían mucho más allá del fin de la Primera Guerra Mundial en 1919, seguirían latentes como una herida abierta al menos hasta 1945 cuando termina la Segunda Guerra Mundial, y con ella Alemania, uno de los actores que llevaba décadas retando al sistema dominante, quedaría relegada a un segundo plano por algún tiempo.
La historia es un conjunto de eventos que se suceden entre sí, algunos con cierta linealidad, pero en general fluyendo a través de una especie de complicada red de interrelaciones. En medio de una combinación casi infinita de eventos es difícil predecir los acontecimientos futuros. Sin embargo, más allá de esos múltiples pequeños eventos es posible establecer algunas tendencias, por lo general más fáciles de ver en términos pasados, es decir históricos, que en sus expresiones vivas o presentes.
Pero es justamente a partir de esa mirada del pasado que es posible identificar algunas estructuras generales, de entender algunas tendencias y, ojalá, poder establecer ciertos escenarios.
En el mundo de las relaciones internacionales hoy es fácil ver que no se puede entender el siglo XX sin la comprensión del siglo XIX y sus fuerzas, caracterizadas por una expansión del capitalismo bajo el liderazgo de Gran Bretaña, el ascenso de una nueva clase dominante que desplazó a la tradicional aristocracia y que puso a las estructuras sociales en movimiento, y el fortalecimiento del nacionalismo como contrapeso a la visión imperialista. Todas estas fuerzas se conjugaron en Europa, ejerciendo una presión particularmente fuerte sobre el pueblo alemán y su sentido histórico.
El resultado no podía ser otro que el conflicto, uno de tal magnitud que terminó abriendo el espacio para un nuevo orden mundial.
Estados Unidos como poder dominante fue una novedad que trajo consigo la segunda mitad del siglo XX, si bien antes ya tenía una importancia relativa, sus dinámicas internas y una perspectiva internacional limitada impedían que asumiera un rol de mayor protagonismo. Visto hoy, los Estados Unidos del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX estaban en una etapa de fortalecimiento interno, consciente o inconscientemente se estaban preparando para asumir el rol protagónico que adquirirían luego de 1945.
En el caso de Rusia se conjugaron la visiones imperialistas y comunistas, ambas por naturaleza implicaban políticas expansionistas, a lo que se sumó el rol clave que tuvo el país en la Segunda Guerra Mundial.
Hoy en día no es difícil ver la tendencia de las principales fuerzas en movimiento, la más evidente es el ascenso de China como potencia mundial. En el éxito del país asiático se ha puesto sobre la mesa un hecho que pudiera trastocar las bases del sistema internacional construido en torno a los Estados Unidos, se trata del supuesto fundamental del sistema moderno en el que capitalismo y democracia van de la mano. Con la caída de Rusia el mundo fue testigo del fracaso de un modelo no democrático, sin embargo, hoy China ha mostrado que se puede ser capitalista sin necesariamente ser democrático. Esto rompe con un sistema de creencias que pudiera tener implicaciones en muchos otros países.
A lo anterior se debe agregar que, paradójicamente, en un mundo cada vez más interconectado los temores al otro, a lo distinto, se han ido acentuando, quizás justamente porque ya los “bárbaros” no son algo abstracto, sino que ya se encuentran frente a frente con el mundo “civilizado”.
Lamentablemente ese encuentro en vez de traducirse en una mayor comprensión del otro ha sido aprovechado por sectores radicales para resaltar lo negativo y así profundizar la creencia que existe un “ellos y nosotros”. Esto, ha implicado que hoy Estados Unidos, y Europa en cierta medida, estén pensando en encerrarse más en si mismos, acelerando una tendencia que ya venía, el ascenso de China en la geopolítica mundial.
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