¿Esperanza?
¿Se puede tener esperanzas en estos tiempos? Ante semejante pregunta — quienes tenemos responsabilidades políticas — tenemos que responder con suma prudencia; el zumbido de la ansiedad, la impaciencia y el desespero ronda en nuestras mentes y ánimo, y es que hay demasiadas razones para ello.
Los años van pasando, y con él la ilusión de toda una nación. Los tiempos que vivimos, entre pandemias y escasez, donde el resultado de 21 años del actual modelo nos sucumbió en una realidad de carencias de toda índole, obliga a propios y extraños a reflexionar.
Vivir sin agua potable, sin gas doméstico, sin gasolina, y con permanente fallas en la electricidad, es una aventura poco agradable para la mayoría. Además, la pelea política pareciera colmar la paciencia de una población agotada de un debate interminable.
Tan solo esta sumatoria de problemas desmotiva. Pero, no todo está perdido, no todo se sintetiza en esta cadena de sinsabores y de dificultades que nos agobian día a día; existe un rostro positivo de todo esto.
Como venezolano me honra ver cómo, a pesar de los obstáculos, cada día hay hombres y mujeres reinventándose, emprendiendo y trabajando. Me sorprende gratamente ver como sobrevive un espíritu de superación en millones de venezolanos que no se rinden, que no dan su brazo a torcer.
Diariamente observo como miles de padres y madres de familia se levantan para dar lo mejor de sí, para sobrevivir en medio de la cuarentena y la crisis económica. Son pequeños actos de heroísmo cotidiano que dan ánimos y despiertan ese lado amable, trabajador, creador y alegre del venezolano.
Para un extranjero de seguro le sería complicado entender esa «buena cara ante el mal tiempo», y es que así somos los venezolanos. Venezuela está llena de ciudadanos que por encima de la ruda realidad económica, la convulsionada vida política y la caótica existencia social, no desmayan, no claudican y siguen dando lo mejor de sí por ellos, por sus familias, por el país.
Esta actitud resilente hace grande al venezolano, e inspira a quienes tenemos posiciones políticas a no darnos por vencidos.
Es por ello, que por encima del cerco presupuestario y la asfixia financiera que padecemos en la Gobernación de Anzoátegui, estamos decididos a seguir adelante, con fe, con entusiasmo y con mucha esperanza en el futuro de Venezuela.
Por tal razón, como venezolano, como dirigente, como gobernador y sobre todo como un luchador por la democracia, contesto a la pregunta de ¿si se puede tener esperanzas? Que sí, sí podemos tener esperanzas, y debemos tenerlas para vencer obstáculos, derribar barreras y conquistar la meta de una Venezuela libre y democrática.
¡Anzoateguenses! Permítanme dirigirles a ustedes, nunca podemos rendirnos, jamás podemos echar a un lado todo lo luchado, todo lo sacrificado y todo lo vivido.
¡Venezolanos! Confiemos en que unidos podemos alcanzar la meta de la libertad tan anhelada; es hora de levantarnos, seguir trabajando, viviendo y conquistando, es el momento de ser del tamaño del compromiso.
Tengo esperanzas en el mañana porque confío en cada venezolano, en cada hombre que trabaja, en cada mujer que da su vida por su familia, en cada joven que se prepara para una vida mejor… Yo sí tengo esperanzas en el porvenir.