Embajadores por la libertad

Opinión | septiembre 16, 2020 | 6:28 am.

Una buena canción nunca la dejas de escuchar. La buena lírica y suave melodía, si te toca el corazón, no te dejará escapar. Algo parecido ocurre cuando la vida te da la musa de representar a tu país. Cómo lo vive o lo siente quien entona moliendo café en feudos extranjeros, ser Embajador trajeado de venezolanidad es un inmenso privilegio y un infinito orgullo. No por el título sino por la misión, esto es, luchar en nombre de un país que habiendo sembrado trochas de libertad hoy busca la propia.

Embajadores de carne y hueso…

Quien de niño no quería vestir de Supermán. Podía volar, detener una locomotora o alcanzar la velocidad de la luz. Más que la heroicidad que representaba el personaje ataviado de su traje azulgrana, era que, al final de cada hazaña, el bien triunfaba sobre el mal.

Cuando llegamos a la adultez uno de los primeros choques de salir de nuestra infancia o adolescencia es descubrir que no siempre -amén de nuestra buena voluntad- el bien se antepone al mal. Algunas veces las actitudes cerriles persisten de manera injusta. Y nos acorrala la desesperanza, siendo que el carácter, es desterrarla…

Quise estudiar medicina para seguir la ruta de mi padre. Qué acto más noble que salvar vidas. Intenté estudiar ingeniería porque quería construir puentes… Pero terminé estudiando derecho -evadiendo la sangre y la descriptiva- para hacer justicia. Ahora: ¿ser Embajador?

A lo largo de nuestra vida hemos tenido la fortuna de cruzar varias veces el pacífico o el atlántico compartiendo con múltiples culturas. La propiedad intelectual te da el privilegio de la multidiversidad. Pero la política y la diplomacia, amén de la similitud cruzando fronteras, concede otra hermosa virtud: defender nuestro escudo y nuestra bandera llevando a cada rincón nuestra cultura, tradición libertaria, que es nuestra historia.

La gran mayoría de los Embajadores de Guaidó no disponemos de residencias, sedes o choferes. No pasa nada. Sin restar mérito a la solvencia de un servicio exterior convencional, el nuestro ha tenido el mérito de no ir en búsqueda de asentamientos sino de liberación y humanidad. No se es libre a media voz o a medio tiempo, sino quien a viva voz y a tiempo completo, va por la libertad, irrenunciablemente. Así lo hacemos los Embajadores del interinato. Con las uñas y con la gran ilusión de devolverle a nuestro país, a nuestros hijos, la alegría y la sonrisa que nos regaló nuestra infancia.

Recuerdo que papá guardaba grabaciones de otros de sus superhéroes, Don Rómulo Betancourt. En Carta dirigida a Virginia Betancourt el 22/1/66, Don Rómulo le decía: “Qué agarradora y fuerte y dominante es Venezuela. Haber nacido en ella es un compromiso; desarraigarse de ella es imposible. Eso lo siento yo en forma premiosa. Hasta comiéndome una lata de sardina sentía que eran las mejores del mundo». A los 79 años de la fundación de AD, hoy lo recuerdo como vestido de azulgrana, volando desde los cielos, parafraseando a Andrés Eloy: “estamos obligados como deber inevadible honrar la sangre, sudor y lágrimas que costó la democracia; restituir y reivindicar la esperanza de millares de venezolanos…”

No se equivoquen

El orgullo de representar a nuestro país en circunstancias muy sensibles y delicadas es un arma muy poderosa. No importa que no tengamos techo o sinfonía. Tenemos un valor que es la dignidad. Valor que nos hace llegar a cualquier reunión a pie, en tren o a caballo. Dignidad que nos da licencia para subir el tono instando libertad y respeto para nuestro pueblo. Dignidad que nos permite llegar donde otros no pueden escalar, aún teniendo ellos botas, sables y guantes de cuero, símbolos del celestino. Dignidad para denunciar ante los gobiernos más serios del planeta que los DDHH de los venezolanos han sido pulverizados y que Venezuela debe ser redimida, rescatada y reconstruida.

No se equivoquen. Los Embajadores de Guaidó representan un ala muy noble del gobierno interino desde el cual se ha consolidado una alianza internacional que será crucial para la pronta recuperación de la democracia, de la normalidad en nuestro país. Al final no somos súper héroes sino simplemente hijos de quienes somos y padres de quienes merecen vivir en la Venezuela heroica que nos han arrebatado.

La fe perdida será restituida…

Los embajadores nos reunimos recientemente con el Presidente Interino Juan Guaidó. Un encuentro que parecía presencial por su calidez, fraternidad y cercanía. El carácter y determinación de Guaidó fue contagioso e inspirador. Sabe separar los granos secos del trigo limpio. Exhibió fuerza tanto por valentía como por sabiduría. Sudó condición visionaria y estadista: “No tenemos tiempo para diatribas ni peleas entre nosotros. Una cosa es la estrategia, otra el objetivo. Mantengamos los ojos en la pelota, enfocados en el fin que es la libertad. Un objetivo que por cierto no pertenece a los políticos sino corresponde a la sociedad civil, al pueblo todo…”

Escribió Don Rómulo Gallegos: “Bien vale la pena sufrir contratiempos y penalidades -en mi caso, desconocimiento de derecho legítimo y privación del goce de la Patria- si al cabo de ello, un buen día nos sale un rasgo de nobleza humana que nos restituya la fe que hayamos perdido”.

Así así lo siento. Y volveremos muy pronto, al goce de la patria nueva…

@ovierablanco.

Embajador de Venezuela en Canadá