El acuerdo unitario no es un juego de dados
El Pacto de PuntoFijo, nombre análogo al de la casa donde fue suscrito en el 1958, a pesar de los muchos ataques que ha recibido, fue exitoso. Fueron muchas las críticas que este pacto suscitó al finalizar el siglo XX, las cuales, creo, provienen de buena fe de los sectores liberales (por aquello de la suspensión de las garantías económicas). Estas críticas se han trastocado en los ataques maliciosos y escabrosos del chavismo que le niega todas las virtudes y los beneficios que le trajo al país. Incluso, un crítico feroz del sistema como Manuel Caballero, no sólo lo realzó sino que habló en sus últimos libros del cumplimiento cabal del programa puntofijista en materia política, pacificación, alimentación, salubridad, educación, por ejemplo, que hoy echamos de menos, y, de alguna forma, debemos retomar.
Para apreciar sus dimensiones bastará con leer un amplio ensayo de Naudy Suárez sobre el referido pacto, editado por la Fundación Rómulo Betancourt. Realmente, fue un acuerdo de profundidad histórica que, al agotarse, no fue reemplazado por el otro consenso necesario que, además, impidiera la cubanización de Venezuela, una cuenta o factura pendiente que tuvo Fidel Castro desde que Rómulo Betancourt lo derrotó al enfrentar a las guerrillas financiadas desde La Habana.
Asímismo, ese acuerdo sirvió de ejemplo para otros pactos en el mundo, como aquellos suscritos en La Moncloa o en la Casa Rosada que abrieron las puertas a la libertad y a la democracia en España y Argentina. Por consiguiente, una iniciativa de tan importante calibre histórico no es posible banalizarla a la luz de las actuales circunstancias, cuando se hace el llamado a una concertación de las fuerzas de la oposición frente al madurismo.
Por lo pronto, de este acuerdo de Punto Fijo se supo el contenido de antemano, lo que permitió la inclusión y participación de todos: cada actor político pudo discutirlo a fondo; los líderes y partidos que los suscribieron fueron realmente representativos del país, algo que las muy limpias elecciones corroboraron después; y, los proponentes pudieron argumentarlo y discutirlo hasta la saciedad ante todos los sectores de la vida social. Tuvo como antecedentes las actuaciones de una Junta Patriótica inspirada en tres características: coraje, claridad política y honestidad, es decir, el coraje probado de sus miembros acordados políticamente, sin que ninguno de ellos, por vía directa o indirecta, se transara con la dictadura perezjimenista y, menos, tuviese vínculo comercial alguno con ella. Esta sola circunstancia produjo un ambiente unitario y despertó el espíritu de libertad que derribó a Pérez Jiménez el 23 de enero de 1959.
Los tweets de Thays Peñalver, la semana pasada, revelaron que no hay una ruta planteada realmente novedosa tras los fracasos de las negociaciones con el régimen que ha hecho añicos el capital político de la oposición, en cuanto a la credibilidad de los voceros que han intentado monopolizar su conducción, sin dejar de mencionar las decisiones unilaterales que dividen más al sector opositor. Puede decirse, no están todos los que son ni son todos los que están. Porque la suscripción de un acuerdo unitario requiere del peso político real de los suscriptores, genuinamente representativos, como se ha dicho con anterioridad, de todos los sectores que tengamos un objetivo común, la salida del régimen. El día que tengamos unas elecciones limpias en Venezuela, veremos un cambio en el liderazgo político venezolano que asombrará, ya que no todo el que se dice jefe político hoy realmente lo es.
Si del azar se trata, el juego de dados es mal consejero. El momento histórico está reñido con una lotería o una rifa política porque exige de líderes con una profunda conciencia histórica, capaces de firmar acuerdos con autenticidad y crédito. Mientras tanto, con o sin Covid-19, la gente sigue padeciendo las vicisitudes de un país que está sumergido en un terrible caos, desconectado del tema político, cuya prioridad es sobrevivir, perdiendo las esperanzas por culpa de las inconsistencias políticas de los que hoy intentan llevar las riendas de la oposición.
Pero no hay mal que por bien no venga, y necesitamos una unidad superior que esté por encima de las apetencias personales, y se involucren todos aquellos sectores que, realmente, tengan representatividad. De esta manera, lograremos derrotar a este fatídico régimen, en cualquiera de los distintos tableros que nos presente. Esta visión de unidad nos permitirá recordar que Venezuela libre existe, resiste y persiste.
@freddyamarcano