Como dicha discriminación viola flagrantemente los derechos humanos, las embajadas injerencistas que lo aplican no asumen públicamente el apartheid antichavista pero lo disfrazan. Para tales fines, ya tienen un libro de excusas absurdas para «sancionar» a tales chavistas. Desde que el ciudadano quiere quedarse en el país a donde viaja (aunque demuestre arraigo a su país), que no tiene dinero suficiente para cubrir su estadía (aunque posea solvencia económica) o que por fotos o redes sociales sea caprichosamente etiquetado como colaborador o persona cercana a la «dictadura de Nicolás Maduro».
La ilegal discriminación se extiende a mujeres, niños, ancianos y cualquier familiar, pariente o socio del individuo sancionado, apartando cualquier noción de debido proceso, ética, convención internacional del niño, etc. Simplemente el imperialismo internacional se reserva su derecho de admisión.
Dicen los defensores de esta discriminación que la misma hará implosionar al movimiento chavista pues no todos sus integrantes pueden darse el lujo de que se le cierren las puertas del mundo, que no todos son Maduro o Diosdado con una » vida asegurada» para quedarse encerrados en Venezuela, que la mayoría desea que sus hijos tengan oportunidades fuera del país debido al mal momento económico venezolano y ante el futuro incierto de la Patria Bolivariana hoy bloqueada por el imperialismo y amenazada por una invasión militar estadounidense.
Emplazo al imperialismo internacional a quitarse la careta de los valores democráticos y manifestar frontalmente su apartheid antichavista y que asuman el costo político. Con chantajes y amenazas no se gana apoyo, sólo rechazo. ¿Habrá rectificación?
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