Venezuela bajo el hambre en la dictadura gomecista

Opinión | agosto 13, 2020 | 6:11 am.

Durante la larga, terrible y sanguinaria dictadura del General Juan Vicente Gómez muchos venezolanos padecieron hambre, ya como víctimas del hambre usada por la tiranía como instrumento de tortura y muerte contra los presos políticos, ya por formar parte de la mayoría de la población pobre del país con escasos recursos económicos, sujeta a los altos precios de los alimentos que imponían los impuestos y los monopolios, que otorgaba la dictadura a sus camarillas, altos precios que provocó la desnutrición generalizada del pueblo venezolano. Flaco y famélico era el venezolano a los ojos de los extranjeros que llegaban a Venezuela, ya como representantes de sus gobiernos o como simples particulares.

Que el pueblo venezolano pasara hambre, lo consumiera la desnutrición crónica o los presos políticos murieran de hambre en las cárceles gomecistas, nada importaba al tirano Gómez ni a sus cómplices y beneficiarios, enriquecidos por el robo sistemático, a sacos, del Tesoro Público; el remate de las riquezas nacionales a empresas extranjeras y la expoliación, del indefenso pueblo venezolano. Una tiranía nunca gobierna en beneficio del pueblo y siempre lo tiraniza, explota y humilla.

En las prisiones gomecistas, como en los campos de trabajos forzados, era sistema el hambre como método de tortura y arma de muerte contra los prisioneros políticos; así lo exponen los historiadores, las víctimas y los testigos, y el reconocido dirigente estudiantil de la época, Jóvito Villalba, preso político de Gómez, en su obra testimonial “Prisiones de Venezuela a la muerte de Juan Vicente Gómez”, publicado en 1935, quien cuenta el pleno conocimiento que existía en la sociedad venezolana, paralizada de terror, de la situación de torturas sistemáticas. Así lo cuenta en las páginas 401 y 402 de la obra “Oposición a la Dictadura Gomecista. La Prensa Clandestina y Otros Documentos” (Volumen 11 de la Colección “Pensamiento Político Venezolano del Siglo XX. Documentos para su estudio”, Edición del Congreso de la República, Caracas, 1983), que reproduce el libro de Villalba. “…ya todo Caracas sabía –acobardada, como ha sido siempre cuanto se hace o se proyecta en las trastiendas macabras de la tiranía- por la inevitable filtración desde los sectores oficiales: que en ‘La Rotunda’, frente al convento de las Siervas del Santísimo, a tres cuadras de la Plaza Bolívar, a dos de la estatua de Henry Clay donada al Gobierno Gómez por el Gobierno Hoover, a pocos metros de legaciones e iglesias, se mataba en frío, por hambre, a padres de familia honorables, a estudiantes, a oficiales del ejército, a trabajadores… A las legaciones también se dio clandestinamente noticia del drama espeluznante, con nombres propios, fechas y especificación detallada del procedimiento…”. Villalba expone como “morir de hambre”.

En un país donde no existía en su leyes ni Constitución la pena de muerte era decisión arbitraria de la tiranía, porque preso en La Rotunda presenció Villalba: “…A cada uno… se les hacía bajar desde calabozos situados en el piso alto, bajo el golpe simultáneo de la verga y la peinilla y la gritería ensordecedora del coro cayendo todos exánimes, ensangrentados, agónicos casi, al pie de la escalera donde García los esperaban – Napoleón de esbirros- para rematarlos… García hace alinear en el patio a las víctimas, ya vueltas en sí a fuerza de cubos de agua fría, les insulta de nuevo, y en voz alta, les anuncia su condena a morir de hambre en un calabozo del patio…” (página 398 de la compilación citada). Y al explicar Jóvito Villalba las diferencias entre estar preso en “La Rotunda” (en Caracas) o en el “Castillo Libertador” (en Puerto Cabello), escribe “…las órdenes superiores… en La Rotunda significan la muerte… la seguridad de que para siempre se está condenado al hambre, al vejamen, al enclaustramiento. La Rotunda desemboca en el Cementerio General del Sur; el Castillo, en los salones del Hospital Vargas y del manicomio de Catia…” (página 405 de la compilación citada).

Continuará…