Tarifas de servicios
En los últimos tiempos han ocurrido aumentos en los precios de las tarifas de servicios que han generado reacciones importantes en la comunidad. La referencia es al pago del servicio de la recolección de basura o de desechos sólidos.
Se podría entender que en esta economía inflacionaria los precios tienden a elevarse. Sucede con los precios de los alimentos, vestido, calzado, repuestos, etc. Vale recordar que incluso el de la gasolina aumentó y la población “tragó grueso” y lo asimiló. Sin embargo, cuando la empresa concesionaria para la recolección de los desechos sólidos lo hizo se hizo presente la protesta vecinal.
Leyendo algunos comentarios que los vecinos produjeron por las redes sociales se aprecian grandes verdades. A grandes rasgos se pueden resumir que los precios son impagables, que lo son por cuanto el ingreso percibido por las familias, bien por rentas, remuneraciones, pensiones o ayudas, no alcanza, y plantean que la tarifa tiene que considerar esta situación y debe ser determinada en función de la capacidad de pago de las familias.
Si ciertamente los ingresos son miserables, sin embargo el hecho de que los precios deban ser determinados en función de la capacidad de pago de los usuarios constituye una fórmula insostenible, aún cuando luzca humana y solidaria.
Por ejemplo, digamos que una familia va al supermercado y llena un carrito con alimentos y artículos para el aseo y limpieza, bienes de naturaleza ordinaria, nada de lujo. Cuando enfrenta la caja le dicen que tiene que pagar 20 millones de bolívares y el cliente plantea que sus ingresos sólo le alcanzan para pagar 400 mil bolívares, con la aspiración de que el cajero lo reciba y pueda salir con los bienes tomados, por cuanto éstos se corresponden con sus necesidades vitales. Y así con los vestidos, zapatos, repuestos, en general, con lo requerido para sostener una modesta calidad de vida familiar.
Bueno, su sonrisa, amigo lector, delata que las cosas son distintas. Este cuento ni siquiera llega a historia. Lo más probable es que ese consumidor, a sabiendas de la cuantía de sus fondos, ni siquiera mire la puerta del supermercado y busque, antes de entrar, cómo hacerse de mayores fondos.
Y esto delata la pobreza en la cual el régimen ha llevado a la población venezolana, donde los ingresos de la mayoría ni siquiera ameritan llorar por ellos. Esta es la realidad.
En el caso de la tarifa de los servicios de recolección de desechos sólidos es interesante, por cuanto ésta ha sido negociada entre la Alcaldía y la concesionaria, entonces lo facturado se corresponde con un contrato establecido formalmente.
Mas, sigamos con el cuento, y digamos que el Alcalde acepta los argumentos vecinales y decide ajustar la tarifa a las posibilidades de los residentes. Entonces hace una consulta general y establece que la comunidad solo puede destinar la cantidad T para el pago de los servicios de recolección de los desechos sólidos.
En virtud de la posición vecinal, el Alcalde se reúne con el concesionario quien le dirá que es insuficiente y que lo aconsejable es que se rescinda el contrato. El Alcalde convocará una licitación para encontrar otra empresa que haga esos servicios por la cantidad T. Mientras en la comunidad se va acumulando la basura, con los naturales efectos ambientales y sanitarios, a lo cual se le añade el “quédate en casa” por el Covid-19.
La protesta contra el Alcalde será vigorosa y las cosas se pondrán difíciles.
Este escenario hay que evitarlo. Poner las cosas tocando “tierra” requiere de un cambio cultural que la sociedad tiene que estar dispuesta a transitar y hacerlo de manera emergente y ahora. En primer lugar, los vecinos tendrán que ver cómo hacer menos gravoso el servicio. Por ejemplo, tendrán que barrer y recoger la basura de aceras y calles que bordeen su propiedad; llevar su basura a un sitio donde se acumule la del sector. Aceptar que la recolección se haga dos veces por semana, entre otras actividades, para con ello disminuir las actividades que le corresponda al concesionario, hacer menos costoso el servicio y así se reduzca la tarifa que se facture a cada propietario.
Además hay un cambio en la cultura política que se debe producir. Ya la Asamblea Nacional ha considerado enfrentar la situación para atender la queja vecinal. ¿Bien, estarán los políticos dispuestos a pedirles a los vecinos hagan parte de los servicios, como los señalados? Ello por cuanto es tradición entre los líderes evitar aumentar las cargas a los ciudadanos, ello por cuanto hay la tesis de que esto difícilmente lo entendería la población, lo que impactaría negativamente en su imagen popular. Esto los pone entre la espada y la pared, por cuanto esa nueva posición política es inevitable.
Este cambio llevará a que la población tenga que asumir de frente su situación de pobreza, entender que hay que organizarse socialmente para generar acciones que rompan el esquema de pobreza que el régimen pretende consolidar, y luchar por superarse con un necesario cambio en el proceder económico, mientras se hace el trabajo para mantener unas aceptables condiciones de vida.
Esta experiencia puede ser beneficiosa en términos de cultura social.