Las elecciones, una obra maestra
Como demócratas estamos dispuestos a participar de cualquier acto electoral como única vía de lograr el principio constitucional de la alternabilidad. (Art.6). También lo señala la Carta Democrática Interamericana en su (Art.3), cuando se refiere a la celebración de elecciones periódicas como elemento esencial de las democracias representativas. Son muchos los aspectos legales que nos obligan a cumplir con el sagrado deber de elegir.
Lamentablemente, que con el nombramiento de los rectores del CNE se produjo un punto de quiebre, y como dice el refrán: “Lo que comienza mal, termina mal”. Sabemos hasta la saciedad que por mandato constitucional, el nombramiento de esos miembros del CNE, le corresponde al Poder Legislativo.(Art.296). Por esa razón, surgen estas preguntas: ¿Por qué no se respetó el precepto constitucional? ¿Qué interés privó, para hacerlo de esa forma? ¿Serán reconocidos esos resultados? Apunta el adagio: “El hombre es el único animal que tropieza más de una vez con la misma piedra”.
El desencanto y la falta de confianza se reflejarán en esos resultados, comicios que se celebrarán en medio de una pandemia y la peor crisis de la historia reciente. Por otro lado, la norma establece que: “Todo acto que viole o menoscabe los derechos garantizados por la Constitución y la ley es nulo” (Art. 25). Es más, implanta responsabilidad penal, civil y administrativa, para los funcionarios públicos que la ordenen o ejecuten.
Surge una duda: ¿Por qué los diputados de oposición no reclaman el cumplimiento de la ley? Esta y otras razones imprimen una situación color de hormiga, donde el lobo de la abstención puede triunfar de nuevo. Por lo visto, la obra maestra está dando sus resultados, ni la Unión Europea ni la OEA participarán como observadores, igualmente decenas de partidos políticos que niegan su presencia. Sería éste el objetivo de su artífice? Lo cierto, que vamos a estar en presencia de aquel nefasto “20 de mayo”.
Aquí, el gran perdedor es el pueblo. Seguirá sumergido entre el hambre y la miseria. Sus problemas no se van a resolver de la noche a la mañana con unas fraudulentas elecciones. El problema de fondo es otro. Las sanciones se incrementarán, la “presión por goteo” sigue invariable. La pregunta suplicante: ¿Hasta cuándo será esto Dios mío?
Los venezolanos de buena fe, creen y piensan, que aún estamos a tiempo de buscar una salida, la suspensión de las elecciones es una alternativa, por razones obvias de la pandemia y la crisis económica que vivimos. Llegar las partes a un sano acuerdo, sobre la realización de unas elecciones libres y justas es otra opción válida, y no caer en el craso error del “20 de mayo”. Otra salida podría ser la conformación de un “gobierno de transición inclusivo” con todos los factores que hacen vida en nuestra sociedad. Esas son palabras mayores, corregir es de sabio, de esa forma ganaríamos todos, antes de perder el chivo y el mecate.
Santa Ana del Norte (Margarita)