Esa carta desgraciada…
Tirios y troyanos fueron sorprendidos esta semana cuando María Corina Machado anunció, mediante un tweet de su cuenta personal el 28 de agosto, que el presidente interino de Venezuela Juan Guaidó le pidió una reunión privada para presentarle su propuesta de unidad. Aceptando dicho llamado, efectivamente el sábado 29 de agosto hubo el encuentro entre ambos políticos.
Horas después, María Corina hizo pública los resultados de la misma mediante carta abierta dirigida a Guaidó. Su contenido dio mucho de qué hablar ese día y dará mucho de qué hablar en los días que vienen, y seguramente será recordada en los venideros años.
En lo personal, considero que dicha carta se convertirá en un documento histórico por la lucidez de sus comentarios, su interesante recapitulación sobre la actuación de la oposición venezolana en estos años (incluyendo los intríngulis políticos que los venezolanos de a pie solemos desconocer), y el irreductible compromiso para derrotar al régimen criminal. De allí la necesidad de darle un reposado análisis político, al margen de los fanatismos y sectarismos que bullen por doquier.
Vamos a arriesgarnos a hacer algunas preguntas previas. ¿Por qué Guaidó pidió esa reunión arriesgándose a que pasara lo que efectivamente pasó? ¿Hubo alguien que le susurró la conveniencia del encuentro? ¿Había alguna promesa política de por medio? Supongo que nunca lo sabremos. Pero considerar siquiera que María Corina iba a cambiar su posición política de las últimas décadas es, cuando menos, demencial. Mal cálculo, si era ese el cálculo.
Enfoquémonos ahora en la carta. Empecemos por el tono. No es solemne ni almidonado, ni siquiera es una correspondencia dirigida desde un usuario de un servicio hacia el burócrata de turno. Utiliza esa inflexión con la cual nos dirigimos a un amigo muy querido otrora, con el cual nos volvimos a reencontrar, y al que queremos ayudar sinceramente, aunque él crea que no.
“Apreciado Juan”, empieza la epístola, tuteándolo como tienen por costumbre los centrales. Yo, gocho de origen, siempre “ustedearé” a mis amigos, aunque tenga años conociéndolos. De esos detalles nos percatamos solamente los venezolanos.
Pasemos al contenido. Machado empieza indicando las razones por las cuales aceptó la reunión, aclarando que fue Vente Venezuela el pionero en proponer que la cabeza del Parlamento nacional asumiera el interinato de la presidencia de la república. A quienes olvidan ese detalle les recuerdo que el 23 de diciembre de 2018, María Corina solicitó a la Asamblea Nacional la designación de un gobierno de transición. Y esa posición no ha cambiado desde entonces. Vente Venezuela sigue convencido de la necesidad de un gobierno de transición.
Posteriormente, la misiva explica el porqué no se ha cumplido el objetivo de “cese de la transición”. Desde el desastre de la ayuda humanitaria de Cúcuta en febrero de 2019, hasta la inconstitucional decisión de reincorporar a diputados chavistas a la Asamblea Nacional. Aquí quiero detenerme un instante. En este punto se hace mención de una “aventura” (María Corina, dixit) ocurrida el 30 de abril de ese año, en la cual se iba a armar un gobierno “compartido” entre algunos criminales chavistas, prófugos de la justicia de paso, y miembros de la oposición. Aventura esta avalada u alentada por el propio Guaidó, y no desmentida hasta la fecha.
Lo temerario de este señalamiento es brutal y digno de seguimiento. ¿Parte de sacara Maduro del poder implicaba mantener a Vladimir Padrino como ministro de defensa, a Maikel Moreno como presidente del TSJ, y a Raúl Gorrín como testaferro de confianza? Ese universo alternativo ni siquiera lo deseo imaginar por lo escalofriante y escabroso.
La posición de Vente Venezuela siempre fue coherente: aprobar el artículo 187.11 de la Constitución Nacional, activar el TIAR y crear una coalición internacional que obligue al narcorégimen a su defección. No hay sorpresas ni doble discurso. Esa postura fue ratificada en la carta. Lamentablemente, el interinato de Guaidó ha perdido un tiempo valioso en diálogos inútiles, llamados írritos a elecciones y denuncias sobre corrupción entre sectores de la oposición del círculo de Guaidó. Denuncias que no han tenido la atención debida, levantando un dejo de sospecha más que justificado en torno a ciertos partidos políticos supuestamente adversos al régimen.
Llama poderosamente la atención una oración que por su gravedad me permito transcribir literalmente: “Sería un engaño pretender volver a consultar lo ya consultado [el 16 de julio de 2017] para colar la prolongación de tu condición de Presidente interino de manera indefinida”. ¿De verdad Guaidó aspira perpetuarse sine die como presidente encargado? ¿Es su oculta intención atornillarse en ese cargo? ¿Su ambición de poder le ha hecho perder las mínimas formas democráticas para dar paso a una “presidencia indefinida”? No sé, pero yo ya estoy harto de estos personalismos, de este abuso de poder, de esta malsana costumbre de los gobernantes latinoamericanos de disfrazar su grotesco apetito de poder mediante consultas “populares”. Este muchacho Guaidó ha resultado ser toda una sorpresa.
Al final la carta declara la verdad sabida por todos. El país ya fue consultado en lo que se tenía que consultar. Los venezolanos sabemos que este narcorégimen no sale con votos. La unidad no se construye con criminales. La Operación de Paz y Estabilización es una opción que debe ser discutida seriamente y no descalificada de buenas a primeras. El espíritu libertario de los venezolanos no se ha doblegado, pero necesita un liderazgo confiable.
En fin, parece que el destinatario de la carta quedó como el cierre de la canción de Gualberto Ibarreto, luego popularizada por Oscar D´Leon. Ya veremos.
Con esa carta desgraciada
Que me ha dicho tantas cosas
Pero que no entiendo nada
Twitter: @guerra_lenin