Covid-19 y el distanciamiento social
A partir de las informaciones del régimen se puede concluir que su estrategia para el tratamiento de la contingencia del Covid-19 se resume en el distanciamiento social. Hasta ahí.
Una descripción omnicomprensiva de distanciamiento social la ofrece Wikipedia quien afirma que “…distanciamiento físico o distanciamiento personal, también mal conocido como distanciamiento social, es un conjunto de medidas no farmacéuticas de control de las infecciones, con el objetivo de detener o desacelerar la propagación de una enfermedad contagiosa. El objetivo del distanciamiento físico es reducir las posibilidades de contacto entre las personas infectadas y no infectadas, con la finalidad de minimizar la transmisión de enfermedades, la morbilidad y, en última instancia, la mortalidad”.
Vale además indicar que Maria Van Kerkhove, epidemióloga de enfermedades infecciosas de la OMS, en una sesión informativa del 20 de marzo, indicó que esa entidad prefiere usar el término “distanciamiento físico” en lugar de “distanciamiento social”, por cuanto el primero identifica un proceso más humano.
Una enfermedad se puede enfrentar mediante estrategias, una de ellas, atacando hasta eliminar el agente cuando éste es vulnerable. En el caso de Covid-19 es imposible por cuanto la ciencia aún carece de este tipo de respuesta. Otra manera es creando barreras para que el virus no encuentre un cuerpo adecuado donde alojarse. Ello sucede cuando la persona enferma está rodeada de inmunizados, o sea, por quienes tienen defensas innatas contra el virus, o los que generaron defensas bien por haber superado la enfermedad o bien por haber recibido vacunas.
Una tercera estrategia es el cerco a sectores de la población donde se tiene la convicción de la existencia de personas infectadas; y el aislamiento de las personas enfermas, lo que se define como cuarentena. Lo que suele suceder es la existencia de una combinación de las mencionadas estrategias.
En el caso venezolano, la curación de la enfermedad resulta difícil dada la precariedad del sistema de salud. La vacuna aún está en proceso de investigación. Su producción se encuentra pendiente, y cuando los laboratorios la tengan la distribuirán entre quienes cuenten con recursos para su adquisición, por lo que los venezolanos tendrán que anotarse en la lista de países que aspiran donaciones, y en la realidad que ha dejado la pandemia, donde muchos países tienen dificultades, esa lista puede ser larga.
A Venezuela le queda como estrategia accesible impactar la propagación utilizando el distanciamiento físico y la cuarentena. El problema que esto tiene es que es poco probable que se logre que desaparezca la enfermedad. Eso jamás ha sucedido. Es de recordar casos como el sarampión, la viruela, ente otras, donde aún con la existencia de vacunas, y con adecuada administración, la enfermedad siempre está a la espera. Vale traer el caso del paludismo, donde Venezuela fue ejemplo mundial en su contención y hoy, al haberse abandonado las medidas preventivas, está entre nosotros causando males.
Aspirar a “sentar” el país a la espera de que pasen cosas es lamentable. Que la enfermedad, por efecto de su aislamiento, desaparezca, es improbable, y si ello sucediera, qué pasaría cuando se abrieran las puertas y el tránsito marítimo, aéreo y terrestre ocurriera; o esperar que aparezca la vacuna, haya donaciones, las cuales deben ocurrir en cantidades suficientes. Mientras esto sucede, sentarse a “mirar la luna”.
Y todo es así por cuanto hay un país amarrado a las decisiones oficiales, donde todos los especialistas, tanto del sector público como privado, políticos del régimen y de la oposición, de todos los bandos y ramos, los miembros de medios de comunicación social, incluyendo sus “anclas”, en fin todo un país disciplinadamente hace coro bajo las directrices de Maduro y de sus allegados. ¿Cómo es posible que especialistas y científicos del país, con competencias para generar procesos para atender y luchar contra la enfermedad, tengan que quedarse varados porque el régimen tiene la dictadura del hacer? Entonces todos cantan en el coro que repite “quédate en casa”, que es correcto hacerlo. Sin embargo callan o muestran carecer de iniciativas para luchar por soluciones distintas y adicionales.
Nuestra lucha contra el Convid-19 ha mostrado el cómo hay un país moralmente acabado. Por ahí habrá que empezar, para hacerle recordar al venezolano que tiene que reaccionar como sociedad en la solución de sus problemas, porque el país es de todos y no de unos pocos.