Corrupción y chavismo
En los años 80 y 90 en Venezuela era normal escuchar denuncias de actos de corrupción. Los medios de comunicación hacían un gran esfuerzo en esa línea, y hasta había periodistas que el público claramente reconocía como voces de denuncia. Incluso, algunos políticos, intelectuales, y en general voces de la sociedad civil también denunciaron la corrupción. Así, en el imaginario popular se sembró la frase “las cúpulas corruptas”, la cual se refería a una élite política y empresarial que se beneficiaba del Estado, y particularmente de la renta petrolera, de manera descarada. De esta manera se detectó, a tiempo, el cáncer de la corrupción en la sociedad venezolana, pero no fue suficiente.
Con un discurso anticorrupción Chávez llegó al poder, el salvador puro que rescataría al país de esas “cúpulas podridas” y le devolvería al pueblo lo que por derecho era suyo, todo ello a través de una visión humanista y basada en la equidad. Al final, todo fue una gran mentira. El cáncer de la corrupción en vez de detenerse creció aceleradamente, y sus células cancerígenas ya sembradas en toda la sociedad venezolana terminaron esparciéndose en todos los niveles sociales. La corrupción no llegó con el chavismo, pero si permeó toda la sociedad como nunca durante su mandato, esa es una verdad irrefutable. El chavismo convirtió la corrupción en algo normal.
De acuerdo con el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de 1997, Venezuela tenía un índice de 2,6/10, que lo ubicaba en una posición mejor que la de Colombia. Para el año 1999, Colombia ya había mejorado y llegado a 2,9, mientras que Venezuela se mantuvo estancada. Esto último en parte explica la sensación de los venezolanos de que no se estaba luchando contra la corrupción. Sin embargo, para el año 2005 Venezuela ya era más corrupta (2,3), ocupando el puesto 130 entre 158 países; para el año 2012 había descendido aún más (1,9), ocupando el puesto 165 de 174 países; y a partir de ahí siguió bajando hasta llegar a 1,6, y ocupar el puesto 173 de 180 países (Corea el Norte ocupa el puesto 172).
Lo anterior evidencia que la corrupción se ha ido profundizando con el chavismo, y hoy es una pieza fundamental del autoritarismo que impera en el país. El cáncer de la corrupción ha desarrollado así una simbiosis con el sistema que se ha implementado en Venezuela durante los últimos 21 años. Ambos son parte de un todo. En este sentido, extraer el andamiaje de la corrupción de este sistema derribaría al régimen, y por ello justamente la estructura de lealtades giran en torno a esa corrupción, especialmente en el sector militar. Además, esta estructura basada en la corrupción se ha extendido hacia el crimen organizado, formando así una relación Estado – corrupción – crimen organizado.
Hoy hay tanto problemas en Venezuela que la corrupción ha pasado a un segundo plano, bien porque no se percibe como urgente, o bien porque se ha normalizado. Lo cierto es que toda la atención está en la lucha política por un cambio de gobierno, pero lo cierto es que ese cambio de poco servirá sino se desmonta la estructura de corrupción y delincuencia que se ha tejido en torno al Estado. Más aún, esa estructura ya ha definido las reglas de juego, por lo que la burocracia gubernamental ya es altamente corrupta, el sector empresarial emergente sólo sabe existir a partir de los favores recibidos, y la población en general ha ido borrando los límites entre lo correcto y lo incorrecto desde el punto de vista colectivo.
El proceso de transición venezolano se iniciará en algún momento. Es probable que toda la atención esté en el cambio de actores políticos, pero si no se contempla la corrupción como elemento clave poco valdrán los esfuerzos de democratización que se hagan. La corrupción es una enfermedad. Tiene efectos directos en la economía reduciendo la rentabilidad de la inversión pública y privada, también tiene efectos sociales debilitando el tejido social y el respecto a las normas como mecanismo de cohesión, e incluso tiene efectos sicológicos que promueven el facilismo. La crisis venezolana es multidimensional, pero sin duda dentro de esta la corrupción es un factor clave a considerar.
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