¡Hasta cuándo!
No habíamos terminado de digerir las conmovedoras estadísticas de la última Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) sobre la pobreza y el hambre en Venezuela, cuando nos enteramos de que, además de la carencia de ingreso disponible para adquirir los alimentos, éstos tampoco alcanzarían si hubiese demanda.
De acuerdo al Presidente de la Federación Agrícola de Venezuela, 2020 terminará como “el año más catastrófico de la producción de alimentos en el país.” Una producción que apenas cubriría entre 15 y 20% de la demanda, con un volumen similar al producido en 1960, cuando éramos 8 millones los habitantes de esta tierra de gracia.
Son nuevos testimonios del desastre, que se suman a la larga fila de padecimientos de toda índole, sembrados en estas últimas dos décadas de desmantelamiento económico, social y moral. Sin posibilidad alguna de buenas noticias mientras sigamos en manos de la banda gobernante. Sobrevivimos, diríamos con Jorge Luis Borges, en “toda la triste variedad del infierno…”.
En la Venezuela de los años treinta, país rural, taciturno, domesticado por un taita, supuesto Benemérito, que con mano implacable desde 1908 había apaciguado todo caudillaje e impuesto una paz vigilada, quienes no se resignaban a aquella inercia histórica, gritaban hastiados, cautelosamente y puertas adentro de sus casas: “¡Hasta cuándo Gómez!”. La Parca, finalmente, atendió aquel reclamo el 17 de diciembre de 1935.
Hoy no hay un Gómez, porque en la mediocridad gobernante. Nadie alcanza la estatura de un jefe a quien temer, o respetar, como al Benemérito. Hoy, el hartazgo, también de más de dos décadas, es otro, es por la indetenible destrucción sistemática de todo: desde la naturaleza física del país, hasta la salud y la moral de sus ciudadanos. Hoy cabe la exclamación: “¡Hasta cuándo miseria!”. Pero, no un grito resignado como aquel contra Gómez, ahora tiene que ser una voz resuelta, que anuncie una elegida ruta de poder con nuestra propia fuerza ciudadana.