El nefasto “Culto a Bolívar” (final)
4) Bolívar no murió traicionado. Ganada la Independencia los pueblos tenían derecho a elegir a sus gobernantes y organizarse en partidos políticos. Ser Jefe del triunfante Ejército Libertador no le daba a Bolívar derecho a un Gobierno Vitalicio. Y Bolívar perdió, desde 1826, el favor de las mayorías por no abolir la esclavitud, rechazar la Federación (para la Gran Colombia) y proponer una Monarquía disfrazada.
Ganada la Guerra, que forzó la unión de los patriotas de América del Sur contra el enemigo común (la monarquía de España), Bolívar no entendió que la paz exigía un gobierno compartido y federativo. No un gobierno centralizado, ni su pretensión de implantar una monarquía disfrazada, reflejada en la “Constitución de Bolivia” de 1826. Esto último lo sabía Bolívar (uno de los venezolanos más cultos de su tiempo) al reiterar sus ideas monárquicas de 1819 (propuso un “Senado Vitalicio y Hereditario” al Congreso de Angostura). Bolívar imitó en 1826, con su “Presidencia Vitalicia con Derecho a Elegir Sucesor”, al Presidente Vitalicio de Haití, Alejandro Petión, imitador del Cónsul Vitalicio de Francia, Napoleón Bonaparte, imitador del Dictador Perpetuo de Roma, Julio César.
5) Bolívar no murió pobre. En vida (1827) repartió casi toda su fortuna a sus herederos (sus hermanas y sobrinos) y se reservó las tierras y minas (de cobre) de Aroa, arrendadas a una compañía británica interesada en comprarlas, y cuyo precio, una fortuna, le pagarían en Europa donde pensó residir una vez retirado de la vida pública.
En “La Criolla Principal”, magnífica obra sobre la mantuana María Antonia Bolívar, escrito por la brillante historiadora Dra. Inés Quintero Montiel, se puede leer el Inventario de los valiosos bienes que llevó de equipaje en su frustrado viaje desde Santa Marta al extranjero. Bolívar murió con camisa prestada porque sufría una enfermedad contagiosa e incurable en la época y era norma quemar las ropas del enfermo para combatir el contagio. Al quemarse todas sus camisas debió usar otras, prestadas, por las urgencias del momento, no porque careciera de dinero para comprarlas.
6) Bolívar no puede ser el guía de la Venezuela del siglo XXI. Porque vivió y murió en otro tiempo, ya superado, y en otra sociedad, una esclavista, y porque, a pesar de sus dudas y decisiones titubeantes y contradictorias en la materia, no erradicó la mayor barbarie e injusticia. La esclavitud. En Chile la abolieron en 1823.
Se repite con orgullo que “en 1827 Bolívar dotó de Estatutos Republicanos y Patrimonio propio a la Universidad de Caracas” (la actual UCV, mi Alma Mater) y se omite que parte de ese patrimonio eran haciendas de cacao en Aragua (“La Obra Pía de Chuao”, entre ellas) “con sus esclavitudes incluidas”, haciendas arrendadas durante años para que la Universidad funcionara con tales rentas, producto del trabajo esclavo. Bolívar no fue un verdadero republicano por sus ideas y proyectos monárquicos, ni un demócrata en términos modernos (hasta toleró la esclavitud), porque la democracia era para él privilegios de muy pocos, no derechos de todo el pueblo.
“El Culto a Bolívar”, iniciado con Páez en 1842 al traer los restos mortales de Bolívar a Caracas, se usó siempre como propaganda política. Por Guzmán Blanco; por el sanguinario Gómez; por López Contreras, quien decía “guiarse por el Pensamiento Bolivariano” (ignoró que Bolívar no fue un pensador original, sino un ilustrado ecléctico de inicios del siglo XIX que adoptó el programa político de Miranda y muchas ideas de diversos orígenes, ninguna original suya). Y por el dictador Pérez Jiménez, entre otros.
Y solo era propaganda, porque Simón Bolívar jamás se enriqueció a costa del Tesoro Público (como Guzmán Blanco, Gómez, Pérez Jiménez, etc.), ni entregó las riquezas del país a extranjeros (como Guzmán Blanco, Gómez y Pérez Jiménez). Tampoco Bolívar fue “socialista” (menos “comunista”) al tolerar la esclavitud, que no abolió aunque fue dictador con poderes absolutos, y porque Marx (calumniador de Bolívar) publicó “El Manifiesto Comunista” en la Europa de 1848, 18 años después de muerto Bolívar.
“El Culto a Bolívar” está aún vigente y es nefasto. La ignorancia, la falsificación de la Historia y el uso de la figura histórica de Bolívar producen -en un pueblo adoctrinado desde la escuela primaria en esta especie de “religión laica”- emociones de admiración y adhesión acríticas, al atribuirle bondades imaginarias con fines de propaganda política.
Esto, desde 1842 hasta el presente, ha expuesto a los venezolanos al peligro de actuar fuera de la racionalidad y ser engañado por ignorar la verdad histórica. Bolívar es nuestro máximo héroe, no un “oráculo sagrado”. Fue un gran hombre, con fallas, defectos y errores. Y su mentalidad, no republicana ni democrática en criterios modernos, estaba limitada por su época. Época de esclavitud, de exclusiones y falsa democracia. Época que ya superamos o aspiramos superar.