Democracia, madera, zinc y cemento
Al poco tiempo de tomar el poder Fidel Castro dijo: “Es verdad que hay gobiernos constitucionales corrompidos también; pero al paso que los gobiernos constitucionales tienen que cuidarse porque deben asistir a unas elecciones y pueden perderlas si hay democracia verdadera y votan las personas… cuando se trata de una dictadura, roban años en el poder y nadie los sustituye”. Si esto no fuera tan serio parecería un chiste, este discurso en boca del dictador que oprimió a Cuba durante 49 años. A esos casi 50 años hay que sumarle otros 12 que llevan sus sucesores en el poder.
Un analista político, venezolano, expresó lo siguiente: “El problema fundamental de todos los dictadores es pensar que nunca caerán, que nunca pasarán, que son inamovibles, eternos. Es el espíritu de engaño que han dejado habitar en su corazón”. Ciertamente, los autócratas piensan que vinieron a este mundo para mandar, que pueden convocar procesos políticos, por encima de lo establecido legalmente y ser los protagonistas de la historia. Sin embargo, la vida de dictador es solitaria, siempre tiene la sombra del temor de caer, de ser abandonado. Los tiranos olvidan con frecuencia que, el mismo que sembró la ambición en ellos, puede sembrar idéntica semilla en otros. Un ejemplo de la debilidad de los tiranos fue Herodes, cruel dictador que se creyó Dios. Menospreció el derecho y lo justo. Cambió las reglas para mantenerse en el poder y por atender los consejos de Herodías, su primera combatiente, fue defenestrado por Calígula y enviado al destierro, donde falleció al poco tiempo.
«El problema de los pueblos… no es la gente, sino los presidentes que quieren permanecer en el poder demasiado tiempo». Otra cita graciosa. Fue escrita como perla de sabiduría romántica por el presidente de Uganda, Yoweri Museveni. La provocadora frase continúa aún vigente, a pesar de haber sido pronunciada hace más de cuatro décadas. Los opositores que se atrevan a borrar la novelera expresión, acuñada por Yoweri, son amenazados, perseguidos, torturados, encarcelados y sus organizaciones políticas ilegitimadas. El mandatario cambia las reglas a su antojo, llegó al poder en 1986, pero, solo fue en 2013 cuando permitió la participación de partidos políticos en unas elecciones, ya que antes regía un sistema de partido único.
En Uganda los candidatos opositores que se nieguen a participar en sus elecciones arregladas, son encarcelados. El principal candidato opositor, Besigye, fue detenido 4 veces entre el 15 y el 21 de febrero 2016, durante la campaña y posterior al proceso de votaciones. La constitución del país fue modificada para permitir la reelección indefinida. La conformación del congreso fue modificada para llevar el número de diputados de 375 a 426. Durante la campaña para las últimas elecciones celebradas en 2016, el gobierno contrató cientos de jóvenes “colectivos” dizque para cuidar la pulcritud del proceso, pero, ellos fueron los encargados de fomentar los disturbios y perpetrar el fraude.
Ante el incremento de gobiernos autoritarios, llegados al poder por la vía del voto, devenidos luego en tiranías de corte populista y que, para galvanizar el apoyo de sus adeptos, inventan enemigos ficticios y pasan horas y horas hablando zoquetadas, nosotros, quienes llevamos las raíces democráticas incrustadas en el alma, debemos cerrar filas alrededor de las opciones democráticas que luchan por abrirse paso, propugnando un pensamiento similar al expresado por el escritor Mario Vargas Llosa: “Prefiero la peor democracia, antes que la mejor dictadura”.
Pero no todos tenemos igual concepto de la democracia, veamos este caso que pudiera ser el de cualquier habitante de un país pobre y tiranizado. La señora Ángela Gutiérrez, 67 años, con 8 hijos, vive en una casucha miserable en Managua, Nicaragua, le importa un c… la democracia. Lo explica, sentada en su sala con goteras, un viejo televisor es su bien más preciado. A ella, le gusta ver sus novelas y le molesta hacerlo con paraguas. Porque en su vida pobre y sin expectativas, espera que le llegue el regalo que le ha prometido el comandante: un techo de zinc que le quite por fin las goteras ¿A quién votará? le pregunta el periodista: «Siempre voto a mi presidente, él me ha dado la mano. Una se siente gozosa cuando la tienen en cuenta» ¿Pero sabe usted que la oposición ha decidido no presentarse a estas elecciones que han sido tachadas de ser un fraude por todos los organismos internacionales? «No lo sé ni me importa. Yo necesito el zinc y eso me lo dará Ortega», concluye la señora Ángela.
«Una casa dividida contra sí misma no puede seguir en pie. Creo que este gobierno no puede continuar, de forma permanente, mitad esclavo y mitad libre». Estas palabras de Abraham Lincoln debieron causar un profundo impacto en su audiencia y continúan vigentes hoy en día. Por cierto, la parábola de la casa dividida que se derrumba aparece en tres de los cuatro Evangelios.
Es un dicho común que los regímenes democráticos suelen corromperse por exceso de oligarquía o de demagogia. Esto sucede cuando una minoría manipula las instituciones y les impide realizar su idea básica, la cual es, el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo. Solo con gobernantes de amplias miras se puede desarrollar una cultura democrática inspirada en los valores que dignifican al ser humano y dan valor al pensamiento universal. De lo contrario, la alternancia se transformará fácilmente en asalto al poder en beneficio propio o, como máximo, en beneficio exclusivo de quienes les han permitido alcanzarlo.
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE