Parlamento y guerra (no) convencional
Siempre fue de un solo zarpazo. Bastaba con rodear la sede parlamentaria y ocuparla para darla oficialmente por clausurada al filo de las bayonetas.
Hoy son otras las modalidades para varios y largos capítulos de asfixia. Van apretando la soga con vocación quirúrgica.
El régimen mismo convertido en pandemia antes de la llegada del Covid-19. De la selecta violencia física y el terror psicológico pasa con facilidad a la negociación fingida y al chantaje en ocasiones nada sutil.
Todavía truenan los aplausos de bienvenida a aquellos que abandonaron las curules por su roja pasión. Nada convencional es la inducción al suicidio institucional.
El parlamento debe serlo para sobrevivir con la superación del régimen que lo ha minado cual acupunturista perverso. La Operación de Paz y Estabilización (OPE) contribuirá a romper la soga tendida para reivindicar un papel que es histórico.