Otra afrenta a la dignidad nacional
Como lo hemos dicho en varias ocasiones, la dictadura de Maduro se ha focalizado en preparar el asalto final contra lo que aún perdura del sistema democrático venezolano.
A tal efecto, ahora, con obsceno ventajismo, violentando y desconociendo las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional, trata de imponer, utilizando procedimientos írritos y espúreos con la complicidad del ilegal TSJ y de minúsculas organizaciones políticas, y del concurso de desacreditados tránsfugas de nuestra fauna política, un Consejo Nacional Electoral conformado por obsecuentes personas fuertemente vinculadas con el régimen.
Estudiosos del derecho han analizado la legalidad de la acción promovida por el régimen para integrar el nuevo CNE. Y han concluido que tanto la iniciativa de nombrar a los rectores y suplentes, así como, la distribución de las funciones y cargos de éstos, son fraudulentas y constituyen una flagrante violación del orden constitucional existente.
Asimismo,la opinión pública nacional se muestra indiganda por la evidente parcialidad política, favorable al gobierno, de los fraudulentamente designados. Por el hecho de que la presidenta sea objeto de sanciones internacionales por violación de los derechos humanos y otros delitos.
Asimismo, connotados líderes de la sociedad civil venezolana, incluyendo a un número creciente de disidentes del «madurismo» también han expresado su rechazo a las intenciones del régimen para perpetuarse en el poder, paracercenar la libertad individual, el derecho equitativo y universal del voto, el derecho a la participación ciudadana; es decir, han impugnado con mucha fuerza que el régimen esté decidido a establecer reformas políticas con perversos resultados colaterales.
Por otra parte, para nombrar a un CNE se requiere que los proponentes tengan la» auctoriĉtas» . Se necesita de un liderazgo del que el TSJ ilegal carece y un apoyo popular que tampoco tiene tal como lo reflejan las más recientes encuestas de opinión.
Asimismo, el régimen no tiene la credibilidad ni la capacidad de coronar con éxito tan descabellada aventura porque hace rato que las perdió ante el país y sus correligionarios, y porque la mayoría de los ciudadanos tiene la férrea determinación de no aceptarla y está dispuesta a enfrentarla y derrotarla.
Igualmente, se espera un fuerte rechazo de la comunidad internacional y el desconocimiento, por parte de ésta, de cualquier proceso electoral y de sus resultados, organizado por conducto de ese ilegítimo CNE.
El régimen, en lugar de buscar y auspiciar el consenso político para la conformación del CNE, ha adoptado un discurso violento, intransigente que cierra los espacios para el entendimiento pacífico y positivo.
Una vez más el régimen agrede a los ciudadanos con su inveterada táctica de envolver sus acciones con un velo de premeditada alevosía, trampas, secretismo y falsedades.