La casa de los sueños
Iniciando el mes de junio el Foro Penal reporta 451 venezolanos bajo la condición de presos políticos, lista actualizada en estos principios de mes.
Cuando aparecen Maduro, Cabello, Padrino, los hermanos Rodríguez, con sus sonrisas nerviosas comunicando falsas noticias al país, surge la duda. ¿Tendrán conciencia estos sujetos que con base en su decisión arbitraria hay 451 personas entre barrotes y entre ellas 35 mujeres? Personas a quienes se les ha arrebatado la libertad sin haber podido comprobar ningún delito, salvo su defensa de la libertad, sin la oportunidad de un juicio como establecen nuestras aporreadas leyes.
En los medios sociales encuentro la foto de una madre que denuncia la prisión de su hijo, el joven Antonio Garbi, quien cumple 5 años preso. Sin fecha de apertura de juicio y con más de 25 audiencia diferidas, sin que existan alguna prueba de los delitos que se le imputan. Todos los casos son iguales, las autoridades encarcelan sin pruebas de ningún tipo, pueden incluso hacer caso omiso de las ordenes de excarcelación que haya emitido algún juez
La única institución que defiende a estos ciudadanos es de carácter no gubernamental, el Foro Penal una organización que se bate frente a la estructura jurídica del Estado para quien los derechos humanos de los venezolanos no cuentan. El régimen ataca al Foro Penal bajo la acusación ser una institución politizada, a lo cual responde su invalorable representante Alfredo Romero:
“No es la primera vez que el Foro Penal ha sido atacado o amenazado, está organización no gubernamental nunca se apartará de la Constitución, «lo que el gobierno venezolano sí hace con frecuencia cuando no respeta el presunción de inocencia, las libertades políticas, el debido proceso, el derecho a la defensa y el trabajo de las organizaciones no gubernamentales en el área de los derechos humanos”.
No es posible continuar una vida normal cuando tienes plena conciencia de que existen personas, que en el mismo momento que están cenando o viendo TV, confrontan situaciones insufribles, amenazados, torturado, encerrados sin piedad solo por el delito de querer un país libre. No deberiamos ser como los oficiales nazis que en el día torturaban en el campo de concentración y en la noche escuchaban a Wagner, mientras ayudaban a sus hijos en las tareas escolares.
Se habla de la existencia de la “casa de los sueños” como un antro de torturas donde las personas son sometidas a martirios barbaros por sus carceleros. Esto ocurre cuando estas en tu casa leyendo, conversando con tus familiares, en el mismo momento en que puedes estar disfrutando de un momento grato con tus hijos.
Según informa Infobae: “Allí han enviado a algunos de los más destacados oficiales de la Fuerza Armada venezolana, algunos civiles acusados por el caso de los drones, los pemones del asalto al batallón de selva del estado Bolívar, además del ex juez coronel Ramón Alí Peñalver Vásquez, teniente coronel Carrasco, entre otros. El alto impacto psicológico, por el encierro en espacios reducidos, es una tortura brutal contra quienes están detenidos en esos aterradores sótanos de DGCIM. Todos presentan deterioro muscular y óseo, dolores de espalda, lumbares y de los huesos.
“Los presos ahí resultan afectados por problemas renales, pero se niegan a que se les atienda”, uno de los médicos revela que ha podido chequear a unos pocos de los detenidos. Duermen casi en el piso, porque las colchonetas son muy delgadas y las literas son de concreto. Están proliferando los hongos de piel y la escabiosis o sarna. Aunque el baño es casi siempre una vez a la semana, los bajantes en las duchas no sirven, lo que causa acumulación de suciedad y con ello micosis en los pies”.
Es imposible llevar una vida rutinaria y normal si tenemos conciencia que cada hora, cada minuto, un compañero, un amigo, una persona cualquiera, está sometida a estos brutales tratamientos por lo que cree, por lo que anida en su corazón y en su mente. Esta angustia que vivimos los que nos atrevemos a pensar en ello, paradójicamente es compartida por algunos de los que son reclutados por esta casa de torturas como nuevos miembros, según relata Infobae, “Esto da miedo, hay gente muy mala, si usted viera cómo tratan a esos presos, sobre todo a los que también son militares y los enviaron al complejo de celdas nuevas. Los pobres familiares pasan horas solicitando información y hay que negárselas porque esas son las órdenes. Nadie se atreve a decir nada. Los castigos pueden ser muy feos. Por lo menos yo no me atrevo, ya lo que quiero es irme. Uno tiene miedo hasta de mirar”. La casa de los sueños es un infierno. Ahí la gente tiene que volverse loca”. Tiene dos niveles; en la planta alta hay 14 celdas y un área de baños con seis duchas. La planta baja tiene dos celdas, una oficina y un salón. Todo eso está en el ala oeste del sótano 2 del edificio de la Dgcim en Boleíta Norte, más exactamente dónde está el estacionamiento. Las celdas tienen 2.50 x 1.90 mts. Tiene la litera de cemento. Las poceta o retretes a un lado de la litera y un pequeñísimo lavamanos. “Eso es un trato muy indigno sobre todo para los militares que en realidad no han cometido delitos más que no obedecer las órdenes de este Gobierno”.
Sabemos dónde están, que hacen con las victimas que son tragadas por este infierno. La pregunta se devuelve, podemos hacer una vida normal mientras esto ocurre en el mismo momento que celebras el cumpleaños de tu hijo.
Hay razones económicas, políticas, sociales para adversar este gobierno de torturadores, pero la mayor y la más grave, la que dejara huellas profundas, es la que queda en el espíritu de los torturados o en la mente de los que participaron en estas prácticas diabólicas y se callaron, no hablaron, no se opusieron por el frio temor que los invade cuando están frente a practicas que van contra la vida humana.
No podemos seguir tratando el tema de los presos en lugares de tortura como una estadística más, es la vida de todos la que están en peligro, frente al satanismo. Si estamos decaídos porque pensamos que todo está perdido, recuerden “la casa de los sueños” y renovemos nuestras luchas, sin egoísmos.