Una historia de Bahía de Cochinos

Opinión | mayo 7, 2020 | 6:26 am.

Por considerarlo de mucho interés para mis lectores, voy a tomarme la licencia extrema de reproducir un extenso texto aparecido en Cubadebate escrito por el académico cubano Elier Ramírez Cañedo titulado “El Che y las relaciones Estados Unidos – Cuba en los años 60”.


Comienza la cita ………

Sin duda, la actuación y el pensamiento del Che Guevara hablan por sí solas de su posición con relación a los Estados Unidos. Su radical antimperialismo y su praxis revolucionaria lo hicieron ser considerado por los más altos círculos de poder en ese país como una de las figuras a nivel global más peligrosas para los intereses del imperialismo norteamericano, de ahí que en 1967 la orden de asesinarlo partiera de Washington.

El análisis más profundo que he leído donde el Che hace un análisis de la política de los Estados Unidos hacia Cuba y América Latina y el Caribe en general, en los años 60, se titula Cuba y el plan Kennedy, publicado en el tomo uno de las obras del Che, compilado por Orlando Borrego. En este trabajo el Che prácticamente desmenuza toda la estrategia contra Cuba y Nuestra América que se escondía en la “Alianza para el Progreso”. Un documento que vale la pena releer y analizar hoy más que nunca luego de los anuncios del 17 de diciembre del 2014.

Sin embargo, el Che también tuvo cierto protagonismo en la diplomacia secreta con los Estados Unidos durante las administraciones de J.F.Kennedy y Lindon B. Johnson. Varios documentos desclasificados en los Estados Unidos así lo demuestran. El rol más importante desempeñado por el Che en ese sentido se produjo a solo unos meses de la derrota de la invasión mercenaria por Playa Girón. Una historia aún poco conocida y divulgada.

Un encuentro muy singular. El Che y Goodwin en Montevideo

En el mes de agosto de 1961, tuvo lugar en Punta del Este, Uruguay, la Reunión Extraordinaria del Consejo Interamericano Económico y Social. El Che encabezaba la delegación cubana a la cita, donde el gobierno de los Estados Unidos pretendía vender a los pueblos latinoamericanos la llamada “Alianza para el Progreso”. Dicha “Alianza” no era otra cosa que un recetario sutil, con el objetivo de evitar la existencia de más Cubas en América Latina, “una respuesta constructiva y definitiva al castrismo”, en palabras del propio Kennedy.

Integraba la delegación norteamericana el joven asesor especial para asuntos latinoamericanos del presidente Kennedy, Richard Goodwin. Durante la conferencia el Che vio a Goodwin fumando tabacos. Veo que a Goodwin le gustan los tabacos, le señaló a un joven miembro de la delegación de Argentina. “Apuesto a que no se atrevería a fumar tabacos cubanos”, agregó. Este comentario llegó a oídos de Goodwin, quien respondió que lo haría con mucho gusto, pero que le era imposible conseguirlos. Al día siguiente, el Che envío a su habitación una gran caja de madera pulida con tabacos cubanos, con una nota que decía: “Ya que no tengo tarjetas de presentación, tengo que escribir. Ya que escribirle a un enemigo es difícil, me limito a extender mi mano”.

Aunque miembros de otras delegaciones buscaron la manera de poner en contacto al Che y algún miembro de la delegación de los Estados Unidos. Ello fue imposible en medio del acaloramiento de los debates de la conferencia. Ya durante su discurso el 8 de agosto de 1961, el Che había ratificado la posición histórica y consecuente de Cuba hasta nuestros días de estar dispuesta a establecer un diálogo respetuoso con los Estados Unidos sobre la base de los principios de igualdad soberana: “…aprovecho la oportunidad ahora, en nombre de mi gobierno, señor Presidente, para afirmar, una vez más, que Cuba está dispuesta a sentarse a discutir en pie de igualdad todo lo que la delegación de Estados Unidos quiera discutir, nada más que sobre la base estricta de que no haya condiciones previas”.

Delegados argentinos y brasileños lograron finalmente propiciar una entrevista de carácter informal, aunque confidencial y privada entre el comandante Guevara y Richard Goodwin, en la madrugada del 17 de agosto de 1961, en la residencia de un diplomático brasileño en la ciudad de Montevideo. Constituía el primer contacto directo de alto nivel entre autoridades de ambos países desde la ruptura de las relaciones en enero de 1961, y el más importante por el rango político de sus participantes acontecido durante la administración Kennedy.

La descripción e interpretación de Goodwin sobre la entrevista quedó registrada en sus memorias y los memorándums que escribió para el presidente Kennedy.

“Guevara comenzó diciendo que él deseaba agradecernos a nosotros por Bahía de Cochinos.

-Yo le dije que no había por qué.

Sus posiciones en el país habían estado un poco tambaleantes, explicó, pero la invasión le permitió a los líderes consolidar el apoyo a Fidel de la mayoría de los elementos principales del país.

– Quizás, le respondí, ellos deberían devolvernos el favor y atacar Guantánamo.

– Oh, no, dijo, con una carcajada. Nunca seríamos tan tontos como eso.

Fin de la cita.

Pienso en todo esto mientras intento entender, sin éxito, como muchos venezolanos, los alcances de la así llamada “Operación Gedeón”. No pretendo extraer conclusiones apresuradas. Quiero creer en la versión inicial del comisario Simonovis, quien señaló que se trataba de una olla, un montaje propagandístico, del régimen. Quiero creer en lo señalado por el presidente legítimo Guaidó en la comunicación oficial de su despacho negando todo contacto y conocimiento de la operación. Quiero no creer en el cambio de discurso del comisario Simonovis, apenas dos días de después de su declaración inicial. Quiero creer que no se confió en un individuo como Cliver Alcalá para organizar esto. Quiero creer que el gobierno de USA, que ha apoyado en todos los frentes la causa venezolana, está adecuadamente informado de todo.

Pero tengo miedo de que se le haya hecho un favor importante al régimen, como se le hizo a Castro con la invasión frustrada de Playa Girón en la Bahía de Cochinos si se logra establecer alguna conexión entre la incursión de Macuto y algún sector, de los muchos, que operan en Venezuela y en el exterior contra Maduro.

Me aterra la idea de que esto le sirva al régimen para incrementar la represión, y conseguir más apoyo, dentro y fuera de Venezuela. Me quita el sueño que Maduro y la oligarquía chavista tengan algo que agradecer a los organizadores de la Operación Gedeón. Creo que es indispensable que la resistencia democrática, liderada por Guaidó, agote todos los esfuerzos para que se sepa y conozca la verdad.