Reelección de Trump sería el peor escenario para Cuba, según diplomático cubano
La reelección de Donald Trump en noviembre sería «el peor» escenario para las relaciones con Cuba, dice a la AFP el director general para Estados Unidos de la cancillería, Carlos Fernández de Cossío.
“Que ganen los republicanos (…) es un escenario muy negativo”, porque “sería una continuidad por lo menos de la actual política de agresividad contra nuestro país”, asegura.
Trump dio marcha atrás a la política de apertura que inició su antecesor Barack Obama, que restableció relaciones en 2015, tras medio siglo de antagonismo.
Durante 2019 reforzó el embargo -vigente desde 1962- con más de 80 medidas que obstaculizan el suministro de petróleo venezolano, desestimulan inversiones, dan luz verde a reclamos judiciales contra propiedades nacionalizadas, y entorpecen las actividades comerciales y financieras.
Incluso, en medio de la pandemia, la tensión no ha bajado, con una ola de críticas públicas contra el envío a 24 países de brigadas médicas cubanas para luchar contra el coronavirus.
“Cubano-americanos, estamos muy orgullosos de ustedes y me alegro de que estén de mi lado”, dijo Trump el miércoles en un video en Twitter, en un esfuerzo por seducir a la comunidad de Florida para su reelección.
Para ello cuenta con algunos exiliados cubanos y descendientes, muy críticos con el gobierno de La Habana, entre ellos el senador Marco Rubio y el congresista Mario Díaz-Balart.
Fernández de Cossío considera que un segundo mandato de Trump sería aún más negativo si mantiene a “personas con una trayectoria anticubana” en “posiciones tan determinantes dentro del gobierno, en las estructuras del Departamento de Estado o del Consejo de Seguridad Nacional”.
Sin interés en ruptura
A pesar de esa hostilidad, Cuba descarta tomar la iniciativa en una posible ruptura de relaciones.
“Cuba no tiene interés en una ruptura de relaciones con Estados Unidos“ y “no es nuestra intención tomar la iniciativa”, pero, “de suceder, estamos listos”, reafirma.
Numerosos acuerdos alcanzados con Obama han sido paralizados o anulados por Trump.
También funcionarios estadounidenses realizan frecuentes pronunciamientos contra la isla, entre ellos la encargada de negocios, Mara Tekach, quien conduce una embajada casi paralizada y vacía tras los incidentes de los llamados “ataques acústicos”.
Sin embargo, Fernández de Cossío asegura que Cuba tampoco prevé represalias contra esos diplomáticos ni apelará a las conocidas fórmulas de expulsión.
“Tú revisas la historia de Cuba, y uno puede lidiar con los diplomáticos aquí. Los ha habido incómodos, que no es el caso, no es tan incómodo el caso de ella (Tekach), y no es necesario expulsarlos”, opina.
Subraya que “una de las características de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba en estos momentos, es que está obligando a funcionarios, algunos de ellos con larga carrera, a tener que mentir abiertamente, que es lo que está sucediendo con funcionarios del Departamento de Estado y con la propia embajada aquí en La Habana”.
Levantar la tapa
El pasado 30 abril, un emigrado cubano disparó 32 balazos contra la fachada de la embajada cubana en Washington, acto calificado de “terrorista” por La Habana.
Aunque el individuo fue detenido inmediatamente y encausado, Cuba no ha recibido ninguna comunicación oficial de Estados Unidos.
La Habana considera este silencio como “cómplice” y afirma que ese acto fue alentado por la política hostil de Washington.
¿Por qué ese silencio 21 días después?
“Uno puede suponer que el gobierno de Estados Unidos quiere evitar levantar la tapa de lo que pueda haber en ese problema, los vínculos del gobierno con este individuo o con organizaciones o personas con un pasado o con una conducta agresiva contra Cuba”, responde Fernández de Cossío.
Desde 1959, Estados Unidos, y en particular el sur de Florida, acogió a más de un millón de emigrados cubanos, y Miami se convirtió en santuario de organizaciones anticastristas, que por décadas desarrollaron actividades violentas contra la isla.
De abrirse esa caja de Pandora, podrían salir a relucir “los vínculos con organizaciones de origen terrorista que hay en Estados Unidos y que viven en plena ley, con tolerancia, con complicidad, con protección del gobierno de Estados Unidos”, asegura.
“Es la única manera que uno puede explicar, más allá de la arrogancia, (…) este silencio invariable” de Washington, concluye.
Foto: AFP