La degradación del discurso chavista

Opinión | mayo 2, 2020 | 6:12 am.

El insulto y la descalificación contra quienes adversan al régimen es el vocabulario asoman quienes se jactan de ser socialistas-chavistas y mal llamados bolivarianos,. Quienes hoy detentan el poder, en su rostro y verbo asoman la miseria de su pasado, divorciados del lenguaje civilizador, decente y respetuoso que merecemos los venezolanos.


Los medios de comunicación y los periodistas no han escapado del abanico de insultos.Observamos con marcada preocupación los recientes acontecimientos que han venido ocurriendo con comunicadores sociales insultados y algunos de ellos detenidos y encarcelados.

Una de las manifestaciones más reiterativas por parte de Nicolás Maduro y sus voceros gubernamentales nos permite avizorar que vienen tiempos más difíciles para quienes tenemos el derecho y el deber de informar. Pero ello sin embargo, no menguará nuestra lucha para que se cumplan los Artículos 57 y 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Dada la experiencia puesta de manifiesto por las democracias pluralistas es necesaria recordar la aplicación de una cultura de valores proclive a la tolerancia y al entendimiento, que no es sino la garantía de la perdurabilidad de un sistema democrático y de una verdadera libertad de expresión y de prensa.

De ellas está divorciado el actual régimen de Maduro, que cada día banaliza y degrada el discurso político mediante la desvalorización de las palabras y la manipulación de la realidad en función de determinados intereses, tal como ocurre con el parte oficial que día a día da a conocer el ministro de Información de Maduro, de la pandemia.

No se puede sustituir el pensamiento crítico por una conciencia falsa que funciona con frases y artilugios, pues la sociedad venezolana interpreta con fluidez los valores y aspiraciones para resolver algunos problemas sociales y determinadas crisis, y entiende perfectamente lo que afecta existencialmente al pueblo y sus hombres.

Todas las ideologías sufren los embates del aceleramiento de los cambios históricos, y el llamado socialismo ha sufrido una fuerte derrota como consecuencia del desencanto producido por el fracaso de la utopía comunista que ilusionó a tanta gente durante más de siglo y medio.

Solo los gobiernos autoritarios imponen su voluntad sobre la Constitución y las leyes, conculcando los derechos humanos y los procesos institucionales democráticos. Pueden ser civiles o militares, de izquierda o derecha o sin definición ideológica. Los lideran, casi siempre, caudillos arbitrarios. Llegan al poder por la fuerza y a veces por la voluntad del pueblo, pero no renuncian al autoritarismo. Venezuela un ejemplo a citar, y salta a la vista las graves consecuencias que derivan de ello.

El hecho radica que sus vicios y maldades los achacan a sus rivales de la oposición, a quienes culpan de todas las desdichas de los pobres, que a la postre pretenden culpar de la ineficiencia del Estado porque no pagan impuestos, pero que en contrapartida reciben beneficios como la caja Clap, bonos de obsequio con la tarjeta de la patria, y demás artilugios populistas y demagógicos.

Su fin, perverso es endilgar sus errores propios para convencer a la masa popular de que para salir adelante no hace falta trabajar sino quitarle los privilegios y posesiones a los que siempre los han tenido.

No olvidemos que en sus discursos apelan al resentimiento, que es el caldo de cultivo con el que mantiene viva la esperanza de quienes como hipnotizados aplauden, ríen y festejan la tragedia de sus propias vidas.

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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@_toquedediana