El salvoconducto digital
Somos un importante laboratorio para las novedades del totalitarismo universalmente relanzado. La pandemia ha redondeado la faena por estas latitudes.
Realzamos las virtudes de la realidad virtual frente a los vicios de una realidad real que deseamos evadir. Ahora callan los promotores universitarios de la virtualidad ante las ruindades tecnológicas que la hacen una experiencia agotadora y frustrante.
El poder obliga a su ejercicio presencial. Son inevitables los mínimos encuentros personales para todas previsiones y decisiones del caso.
El Estado de Sitio únicamente los reserva para las camarillas del poder. Maduro reúne a los suyos en Miraflores y también en la ilegítima sucursal parlamentaria que creó.
Los demás quedan relegados al ciberespacio. Pero quitarles el salvoconducto significa quitárselo a los propios que esperan las líneas digitales de un poder que ante todo es pastoral.