Con bombos y platillos…
Sin duda alguna el ingreso de buques iraníes a Venezuela es un acto antihistórico, muy triste, repudiable y vergonzoso, que dibuja el estado de vulnerabilidad de Venezuela. Hemos llegado al punto de quemar nuestro oro por mendigar alianzas radicales islámicas, y abastecernos de lo que antes exportamos: gasolina. Nada que celebrar…
No es gasolina, es anomia
El debate se ha centrado en asumir la conveniencia o no de «dejar pasar” la llegada de buques del ayatollah. Creo que el análisis sobrepasa una visión de check point [de alcabala].
La gravedad del asunto toca terrenos sensiblemente geopolíticos, históricos, sociales y hasta culturales. A cuenta de las bondades del derecho a la libre circulación de mercaderías, Teherán y Caracas se pasean por el mundo libre, democrático y global, despachando algo más que combustible.
Para nadie es un secreto lo que Irán en términos de modelo de poder, es violador de DDHH, proveedor de violencia, fanatismo y radicalismo mismo que ha traído sufrimiento, opresión y miseria a su pueblo y al Medio Oriente. Ahora pretende instalarse junto a la ocupación cubana -atención- no sólo en Venezuela sino en el todo el hemisferio. Permitirlo registra debilidad y candidez internacional. Abre un boquete en Latinoamérica de antiamericanismo proverbial que pone a riesgo la estabilidad de la subregión… más de lo que está. La miseria, depauperación y criminalidad que llegó a Venezuela no se resuelve con pañitos calientes. El origen de la escasez y devastación no es de ayer. Desde el primer día que Chávez llegó el poder, firmó un decreto presidencial para someter a consulta la reforma de la Constitución de 1961 mediante un inconstitucional e írrito proceso constituyente que entubó un proyecto hegemónico, presidencialista y militarista.
La antigua Corte Suprema de Justicia no supo ver que en esa iniciativa [Constitución Bolivariana] no venía con buenas intenciones. Era conducir a Venezuela por el camino de una revolución populista y fanatizada, personalista y rodilla en tierra, que metió de contrabando un modelo a la cubana que era el mar de la felicidad. Hoy los buques islámicos transita por esos mares…
En esa carrera insaciable por la dominación absoluta, Chávez estrechó la mano a Saddam Hussein, de Mahmoud Ahmadinejad y de cuanto dictador meridional se le cruzara en sus aguas. Nuestra sentencia estaba escrita. Nos llevarían a las alianzas más perversas y radicales portadoras de un discurso antioccidental y contra-eurocentrista. Quién pagó las consecuencias del peligroso juego? Él y el pueblo.
La gasolina y el oro de la sangre
Sabemos que la situación en Venezuela es desesperante y que del combustible depende hoy en parte la vida de la gente. Pero ese combustible que muchos dirán «es conveniente» que llegue a Venezuela para aliviar las penurias del pueblo-sic-es pan para hoy y sangre para mañana. El problema no es coyuntural. Es inmensamente estructural, social y económico. Es político. Con este modelo de poder estamos condenados al caos, a la nada.
El régimen seguirá cerrando jugosos negocios. Le dará algunas migajas al pueblo para que mínimamente resuelva, mientras el país sigue a oscuras, sin luz, sin agua; con una inflación en dólares, el coronavirus en escalada y la indignación/resignación de vivir de sobras. Venezuela ha llegado a un punto inédito en la historia de los tiempos modernos donde el termómetro de los DDHH debería haber sido lo suficientemente elevado para estallar y habilitar una coalición internacional humanitaria en Venezuela. Pero la retórica ha agotado a la diplomacia y las esperanzas de la gente.
El análisis no se reduce a tener o no gasolina. El análisis es la catástrofe social y humanitaria que acumula Venezuela por años y que afecta de forma visible y peligrosa el resto del hemisferio y del planeta.
El régimen castro-comunista cubano ha sido un error histórico. Cuba ha sido un semillero de violencia, guerras, muerte e ideologización que sigue alzando muros agoreros y aventurados a través del foro de Sao Paulo y su centro estratégico de operaciones en Caracas. Cuba lanzó al mundo su propaganda basada en un colectivismo utópico, una innoble lucha de clases que polarizó el planeta y todavía hasta nuestros días sigue atrapando la buena fe de los pueblos miserables sometidos a su dialéctica.
No permitamos que Venezuela se convierta en la tercera ola de la anticivilización como lo fue en las postrimerías de la revolución industrial y de la primera guerra mundial, el movimiento nazi ó su contraparte la revolución bolchevique. Ahora en pleno siglo XXI, la oleada islámica-antillana, con el oro y el petróleo venezolano, y su irrepetible ubicación a tres horas de vuelo de EEUU y a pocas horas de cualquier vecino, podría convertir Latinoamérica en el epicentro de otro Medio Oriente. Exageramos?
Con bombos y platillos recibe el régimen los buques iraníes. Todo un cotillón con el cual quieren ocultar más de dos décadas de destrucción, Pdvsa incluída, la otrora segunda empresa de Petróleo más sólida del mundo. No es sólo Venezuela la que peligra. El el mundo entero. Exageramos?
Nada que vitorear, nada que celebrar…
@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá