Comunismo y coronavirus, pestes destructoras del mundo
Transcurría la década de los cincuenta cuando, según el presidente Rafael Caldera, en Venezuela se luchaba “palmo a palmo, codo a codo y tolete a tolete” contra la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.
En Cuba, Fidel Castro hacía grandes esfuerzos para terminar con la dictadura de Fulgencio Batista, mientras en nuestro país, Rómulo Betancourt y otros distinguidos patriotas querían reinsertar a Venezuela en el camino democrático.
Ambos latinoamericanos triunfaron. La diferencia radica en los procederes posteriores. Fidel Castro esclavizó a Cuba con el comunismo, mientras Betancourt abrió las puertas para la democracia plena, igualitaria y progresista.
Cuando la humanidad recupere cierta normalidad después del coronavirus, solo habrá paz en la tierra una vez se conozca con exactitud si el Covid-19 fue creado en un laboratorio o fue producto de la ingesta de animales exóticos en China.
Así mismo, cuando se concientice el terrible daño causado por el comunismo, ideología vulneradora de derechos fundamentales; esclavizadora de la natural condición libertaria humana, desaparecerá el temor de vivir con miedo. En Ucrania ya prohibieron la existencia de partidos comunistas.
Y cuando de alguna manera, los ciudadanos venezolanos puedan deslastrase de la clase dominante, que por 21 años desarrolló una maquiavélica tarea de destruir cimientos institucionales democráticos y toda la economía llevando al país a una deshonrosa ruina y miseria, habrá celebración en todo el mundo.
Cuando tú seas libre; cuando podamos decidir libremente nuestro destino para invertir, trabajar, encauzar energías para realizar proyectos económicos sin otras limitaciones salvo nuestras capacidades e intereses, podríamos decir: “yo me quedo en Venezuela (…) el país de mis padres, de las misses, del petróleo; playas lindas, andes encantadores; llanuras, ríos y selvas guayanesas mágicas. Compañías prósperas; emprendimientos exitosos (…) y la mejor tierra para vivir”.
Yo me quedo en Venezuela junto a mi Margarita, mis picos andinos, la Caracas maravillosa y mi Cumaná primogénita y mariscala. No habrá comunismo suficientemente poderoso que desarraigue mi idiosincrasia.
No prosperarán odios sembrados para instaurar polarización y distanciamiento en la conciencia de mis hermanos, los cuales retardan la posibilidad de una acción conjunta y simultánea para sacudirnos la oprobiosa casta comunista-chavista-madurista.
Nuestro maravilloso Dios indica la cercanía del final para reencontrarnos nuevamente con la libertad. Estamos en un punto que no admite regresión, porque el mismo régimen se encargó de construir su precipitosa caída. Llegó el momento de la honrosa capitulación y negociación.
Secretario general estado Sucre de Unidad Visión Venezuela
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