¿Venezuela no se detiene?
Maduro repitió en estos días a su predecesor cuando dijo que el país no se detendría ni con el precio del petróleo por debajo de 10 dólares. Pero ahí está el detalle… No es que Venezuela se detenga, o que retroceda. Ambas cosas, la segunda más que la primera, serían una ganancia. Es que Venezuela viene cayendo por un abismo, un salto en el vacío, que no parece tener fondo, y que sin duda no lo tendrá mientras Maduro y los suyos sigan dónde están.
Lo diría al revés: si el petróleo de pronto subiera a 100 dólares, igual Venezuela seguiría cayendo por el mismo abismo. Entre otras razones porque ya la están terminando de transmutar en un país ex-petrolero, y porque los recursos adicionales que tal subida de precios, podrían suponer, serían depredados de manera implacable por el tinglado de carteles que controlan el poder. Si lo han hecho antes con voracidad y constancia, ¿por qué no seguirlo haciendo?
En Venezuela ya no hay República ni tampoco Estado. No hay poder público institucional. Y desde hace tiempo. Lo que hay es una hegemonía política –satrapías eran llamadas en otros tiempos–, que despotiza, corrompe, y envilece para mantener el dominio de la fuerza y la represión. Y vaya si ha tenido éxito al respecto. Con decir que lleva más de 20 años desplegando su proyecto de dominación. En un territorio en que no hay Estado formal ni material, no pueden haber elecciones libres y limpias. Es un imposible lógico.
El uso masivo de la propaganda manipuladora les ayuda. Cortesía de los patronos cubanos, aunque los pupilos aprendieron rápido. No hay límite o escrúpulo para el descaro. Todo es retorcido en función de sus intereses de continuismo, y no les faltan aliados externos e internos, que hacen mucho daño porque muchos se presentan como equlibristas de la supuesta defensa de la democracia y la soberanía. Y no creo que sea de gratis.
Lo que corresponde es impedir que Venezuela siga en caída libre, lograr un plano de estabilidad, y ponerla en marcha, en todos los aspectos políticos, sociales y económicos. Una tarea titánica si las hay. Y un desafío histórico que no se puede llevar adelante con la hegemonía que aún impera. Si no entendemos eso, pienso que no entendemos nada sustancial.