El día después de la pandemia

Opinión | abril 29, 2020 | 6:28 am.

Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar…caminante son tus huellas, el camino y nada más, caminante no hay camino se hace camino al andar”.

Nunca ha tenido tanta vigencia la prosa de Antonino Machado arreglada por Joan Manuel Serrat en su cantares… Si algo dejará el coronavirus será la vocación de desafío; un nuevo andar que la humanidad debe aprender. Una guerra fría y silenciosa donde la virtud de la resiliencia será el valor para volver a la normalidad, a comer, viajar y cantar, juntos, sin perseguir la gloria…


Volver a casa

No recuerdo episodio que haya obligado al confinamiento del planeta, sino la guerra. El holocausto fue la expresión más cruel de una clandestinidad de vida o muerte. La comunidad judía confirmó su sabiduría ancestral que no fue otra que tener a la unidad como cuestión estratégica fundamental de supervivencia.

Una gran reflexión de vivir en nuestro microcosmos es entender nuestra fragilidad. Que la vida en familia hay que aprovecharla porque no sabemos cuando volveremos a estar unidos. Es revisar nuestras virtudes y carencias, reconocernos más y decir a los nuestros, «cuánto has mejorado, que bien los ha hecho, te felicito, te quiero, te puedo ayudar en algo…”

Al día siguiente de la pandemia quiero apreciar los simples detalles. Hacer de lo más sencillo lo más preciado. El aire, el sol, un libro, una canción, un recuerdo. Agradecer por la salud de nuestros los hijos y por la de los hijos de los demás. La hermandad al servicio de una sociedad mejor, por honesta, desprendida y responsable. Al día siguiente de la pandemia quiero ser pobre, porque la pobreza libera el corazón y es la manera como Dios nos enseña a querernos los unos a os otros…

Al día siguiente de pandemia quiero rescatar el tiempo perdido en banalidades. Quiero seguir leyendo los clásicos que saqué del cajón. Embriagarme de historia. Releer Grandes esperanzas de Charles Dickens; el hombre que ríe de Victor Hugo o la prosa de Miguel de Unamuno o Federico García Lorca…

Al día siguiente de la pandemia «quiero ser más padre de mi porvenir qué hijo de mi pasado, temer más al frío que a la oscuridad y perdonar para conocer, más que conocer para perdonar, porque el amor siempre es primero [Unamuno]. Y valorar la noción del tiempo porque “los árboles que cantan se tronchan y se secan; se tornan llanuras las montañas serenas, pero la canción del agua es una cosa eterna…” [García Lorca].

Recordar es vivir.

Al día siguiente de la pandemia quiero recordar todo lo que he hablado conmigo mismo. Lo que prometí mejorar o frecuentar. Celebrar el reencuentro con el viejo amigo, que no había llamado…

El pasado mes de marzo mi padre se despidió de este mundo. Cuánto hubiese querido estar más con él. No ha habido momento en mi vida que lo tenga más presente. Repetir sus gestos y expresiones ha sido un tributo, una estela en el mar para aliviar el dolor de su ausencia. Una acumulación de genio y figura que llevaré hasta la sepultura…

Al día siguiente de la pandemia entenderé mejor las disputas de Michel Foucault con Jean Paul Sartre, porque el debate central que era «darle sentido a la vida”, sólo debatirlo le da contenido. Y una vida sin discusión es una vida sin contenido, sin sufrimiento, sin sentido. Sufrir es vivir resurgiendo…

AL día siguiente de la pandemia recordaré cada discusión con papá, que ahora comprendo es la ley que le da contenido a mi dignidad.

Cada casa es un mundo

Al día siguiente de la pandemia aprenderemos-al decir del Quijote-que en cada rincón, en cada caldera, cada quien tiene un problema. Que el acompañamiento en un momento de pérdida o de fragilidad, cambia la veleta. Y muchas puertas cerradas por causa de la ausencia se abren para que entre un baño de luz que nos motiva y alimenta la fuerza de la querencia.

Al día siguiente de la pandemia habré de valorar la grandeza del reencuentro con la madre tierra. No todo ha sido despedida. Tuve la experiencia gloriosa de tener de vuelta a la vida a uno de mis amigos más queridos y admirados. Hablarle y verle en momentos que dudaba si viviría o moriría [Coronavirus]; una experiencia impactante y humanizante. Ver a un amigo a merced de la muerte, demostrando un derroche de valentía y nobleza, fue blindar nuestros afectos y nuestro respeto por quién ante la muerte, no retrocedía.

Al día siguiente de la pandemia no olvidaré la integridad de quien al filo de la muerte, recordó más a quienes dejó de hablar o abrazar que a quienes siempre tenía, porque sus familiares o amigos, a fin de cuenta, lo amó por conocerle cuando amar es cuestión ies primero… [García lorca]. Al día siguiente de la pandemia seremos incondicionales con quienes con nosotros lo han sido para demostrarle que seguimos siendo el mismo que siempre han conocido…

Al día siguiente de la pandemia, querré vivir más cada segundo vivido con cada pariente, cada hijo o con cada amigo, porque a fin de cuenta lo que queda es el recuerdo, la sonrisa de los buenos momentos compartidos…

Al día después de la pandemia quiero pedir perdón a quienes ni siquiera he conocido por mis indiferencias y mis egoísmos. Porque- volviendo con Serrat-lo mejor no es perseguir la gloria, pero no morir como el poeta lejos del hogar, para que que no nos cubra el polvo un país vecino, sino el de la nobleza, el nuestro, el de Venezuela…

@ovierablanco